Temían que Coín desatara su ira, contenida tanto tiempo, al ver a Tony Alexander King. Las precauciones para garantizar la integridad del autor confeso de los asesinatos de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes fueron excepcionales. Tanto que el juez, en una decisión poco habitual, se trasladó al cuartel de la Guardia Civil, en lugar de interrogarlo en la sede judicial. La entrada a los juzgados de Coín es un pasillo angosto donde los altercados hubieran sido más difíciles de controlar que en el amplio acceso al cuartel.

Además, una docena de agentes procedentes de Sevilla custodiaron la llegada del detenido. Fuentes judiciales explicaron que no podían permitir que se repitieran las escenas vividas el pasado jueves en Alhaurín el Grande, cuando un tumulto de vecinos indignados se abalanzaron sobre el coche que trasladaba al detenido, llegando a herir a un inspector por el impacto de una piedra en la cabeza.

Lo que las autoridades, sin embargo, no pudieron evitar fue que grupos de vecinos se apostaran frente al cuartel durante las más de trece horas de declaración. Pero los ciudadanos que se acercaron a la zona por la mañana fueron muchos menos de los que se esperaban. Se notó que era domingo.

En cualquier caso, las explicaciones de los que estaban allí eran suficientes para sentir el pulso alterado de una localidad acostumbrada a la tranquilidad.

Inma, de 18 años, que mil veces habló con Sonia pese a que no eran amigas íntimas, fue la que detalló cómo la noche de Coín, de repente, se quedó sin chicas. Las adolescentes de la localidad malagueña ya cambiaron sustancialmente sus hábitos de ocio nocturno con la desaparición de Sonia. Pero el hallazgo del cadáver desató una psicosis que las encerró en casa para, en casos excepcionales, salir siempre con compañía.

"De un amigo mejor que de una amiga", explicaba ayer Inma. La joven señaló en dirección a la discoteca ubicada a pocos metros. "A las doce de la noche no queda nadie", relató para añadir: "Está en las afueras del pueblo y, por las noches, este tramo está oscuro y solitario". La adolescente argumentó que, aunque el caso quede esclarecido, tendrá que pasar tiempo hasta que las mujeres recuperen la calma.

A su lado, Dori, de 51 años, madre de una joven, no las tenía todas consigo pese a la detención de King. Y es que quedan interrogantes por resolver y la angustia ha sido tanta que no se diluye en un día.

PARAISO DE DELINCUENTES

El marido de Dori, Antonio, de 49 años, reflexionaba, indignado, sobre la llegada masiva de extranjeros, en su mayoría británicos, a la zona. "España es un paraíso para los delincuentes extranjeros porque cuando llegan nadie controla sus antecedentes ni su pasado". Se refería a casos como el del británico que acaba de confesarse autor de los asesinatos. "Un español con antecedentes no camparía a sus anchas en Inglaterra", añadía este padre de familia, todavía asustado.