Michael Jackson tardó el jueves poco más de una hora en ofrecer las dos caras de lo que va a ser su futuro inmediato. Primero fue el hombre esposado que entraba en la comisaría de Santa Bárbara para ser fichado y fotografiado. Después fue el artista libre tras pagar una inusual fianza de tres millones de dólares, la estrella que con la señal de la victoria anunciaba el inicio de una larga y tortuosa carrera en tribunales.

"Las mentiras corren esprints, pero las verdades corren maratones", dijo Jackson a través de un comunicado leído por Brian Oxman, portavoz de la familia. "La verdad ganará a esta mentira en el maratón de los tribunales".

Los medios estadounidenses han revelado ya la historia de lo supuestamente ocurrido en Neverland. La acusación ha partido de la familia de un niño de 12 o 13 años enfermo de cáncer que consiguió uno de sus deseos: conocer al cantante. La madre del menor, siempre según las versiones oficiosas, acudió en varias ocasiones a Neverland; la última para sacar de allí a su hijo después de que éste, en una sesión de terapia, afirmara que el cantante le había facilitado vino y pastillas antes de someterle a abusos.