TCton 56 años ha muerto Joaquín Vega, yesero de Badajoz y militante de la causa obrera durante toda su vida. Empezó a trabajar a los 11 años y desde entonces pegó yeso en multitud de obras en Extremadura, Cataluña, Canarias o Francia. Participó activamente en decenas de huelgas y luchas obreras, siendo la más destacada de todas la huelga de los yeseros de 1988, la huelga blanca , que duró 6 meses consecutivos, 4 de ellos de paro indefinido.

A raíz de esa lucha extraordinaria comenzó un ciclo de movilización y huelgas en todo el sector de la construcción --alicatadores y soladores, primero; después, pintores y derivados del cemento; y por último la huelga general de la construcción de 1989--. Durante todo ese período y la mayor parte de la década de los 90, Joaquín Vega fue el secretario general de la Federación de la Construcción de CCOO en la provincia de Badajoz, al tiempo que desarrollaba responsabilidades en la Unión Provincial de ese sindicato. En los últimos años, tras el proceso de desnaturalización de CCOO, Joaquín Vega formó parte de la CGT. Ha sido uno de los militantes sindicales más destacados de Extremadura en los últimos 30 años y, sin ningún género de dudas, el principal dirigente obrero del sector de la construcción.

Políticamente, Joaquín Vega fue militante del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) desde 1984 hasta 1988, y desde ese año hasta su muerte, militante del Partido Comunista de Extremadura(PCEX) . Dentro de esta organización, perteneció al Comité Político Regional y fue durante unos años el secretario general de la Agrupación de Badajoz.

Joaquín Vega fue siempre leal a la clase obrera. Representó un sindicalismo de obra, de asamblea, de acción directa. Se le podía ver recorriendo los centros de trabajo, denunciando la siniestralidad laboral o el impago de salarios, formando piquetes o subiéndose en una grúa para parar la obra si era necesario. Era lo contrario del sindicalismo de despacho, de los burócratas acostumbrados a negociar los convenios mientras comen con los patronos en los restaurantes de lujo.

Nunca estuvo en venta. Por eso, ha muerto cobrando 426 euros de subsidio de desempleo, en Tarrasa, lejos de su tierra, a la que amaba con toda su alma. Por eso, sufre ahora, incluso fallecido, la envidia de los vendidos, el rencor de los trepadores. Su vida, su ejemplo, no se perdona.

A los que mandan y a sus siervos les gustaría que la muerte de Joaquín, como su propio ejemplo, pasara desapercibida. Para ellos, las vidas obreras son puro escombro, sudor de usar y tirar. Para ellos la honestidad y la fidelidad a los de abajo es un mal ejemplo, que hay que ocultar y castigar con el ostracismo y el olvido. Pero se equivocan. Joaquín vivirá en el recuerdo de los obreros de la construcción de Extremadura y en el de todas las personas que luchan contra el capitalismo, por la dignidad y por la justicia.

Hasta siempre, compañero.

Manolo Cañada