José Antonio Marina es filósofo, pedagogo y catedrático de Bachillerato, prepara el Libro Blanco de la Función Docente no universitaria y cree esencial observar al profesor en el aula para que sepa cómo enseña y aprenda a mejorar, algo que se hace en todo el mundo, asegura, pero que aquí "parece un pecado". En una entrevista con Efe, repasa las ideas de su libro "Despertad al Diplodocus (Ariel), como que una parte de la retribución de los profesores podría estar relacionada con la evaluación del centro educativo entero, lo que ha generado revuelo.

Insiste en que los que educan bien deben tener un incentivo y animar a los otros a hacerlo mejor. Pero nunca se le ha ocurrido decir, explica, que cada maestro tenga que cobrar por las notas de sus alumnos.

--¿Cómo son los docentes españoles?

-- Los hay extraordinarios, pero todos son autodidactas. No es un buen sistema. Necesitamos formarlos en la práctica.

--¿Y las facultades de Educación?

--Allí no aprenden porque no tienen prácticas. La formación es muy teórica porque las universidades no tienen medios. Según el estudio Talis de la OCDE, más del 90 % de los profesores españoles de Secundaria se consideran formados suficientemente; la mayoría de los finlandeses admite que necesita seguir formándose.

--¿Es autosuficiencia?

--Sí. Cerca del 40 % de los españoles confiesa que nunca les ha dicho nadie si dan clase bien o no han entrado en el aula de un compañero. Entonces, ¿dónde han aprendido?

De ahí, el interés de un MIR docente , como el de los médicos. ¿Uno se fiaría de alguien que hubiera aprendido cirugía en los libros? Es lo mismo, son saberes prácticos.

--¿Está devaluada la profesión docente en España?

--Da la impresión de que maestro puede ser cualquiera, cuando la la docencia es una profesión de elite, o debe serlo. En Finlandia país que siempre se pone de ejemplo de buena enseñanza, hay una campaña para que el 30 % de los estudiantes con mejor expediente vayan a la educación.

--¿Cómo sabemos si un profesor es bueno?

--No es una ataque contra la docencia decir que hay que evaluarlos y que hay unos extraordinarios, otros normales y algunos malos. Lo del incentivo por el desempeño está en el artículo 27 del Estatuto de los Funcionarios. Entonces, ¿cómo no se va a evaluar el desempeño de un docente? Hay que hacerlo con procedimientos objetivos y complejos.

--¿Por ejemplo?

--Primero, el historial del enseñante, cómo ha dado las clases, los cursos de perfeccionamiento... Segundo, el progreso educativo de los estudiante, que no la nota. Que un niño que empieza con un 1 llegue a un 4 es un paso de gigante, aunque suspenda. El salto cualitativo es más importante que pasar de 8 a 9. También hay que preguntarle a los alumnos, a ver qué opinan.

--¿Qué otros factores?

--Observar al profesor en el aula para formarlo en la práctica. Aquí eso parece un pecado y eso se hace en todo el mundo, ver cómo da esa persona la clase. Una manera de hacerlo es grabar alguna clase de acuerdo con el profesor, explicándole que es un método absolutamente pedagógico de perfeccionamiento, no un elemento de control. No es para avergonzarle ni criticarle. Una vez grabado, podrá comentar con sus tutores, que tienen que estar bien formados, qué hace bien y qué tiene que perfeccionar en clase.

--¿Sería obligatorio?

--Algo voluntario que, normalmente, se usa dentro del proceso de formación de los docentes, igual que en la de los psicólogos clínicos. Es mejor que la observación directa, menos eficaz y más lenta. ¿Qué hacen los médicos con las operaciones? Las graban para ver qué ha pasado o que los demás aprendan.

--¿Hay más elementos?

--También, la relación con las familias es parte de la competencia del buen profesor. Y cómo colabora en la buena marcha del centro, cómo actúa, si trabaja en equipo en proyectos comunes... Y que una parte del salario esté vinculada a la calidad conjunta del centro es una presión interior para que todos los profesores lo hagan bien.

--¿Hay mucha resistencia a la evaluación?

--Los docentes tienen mucho miedo, temen que los evalúen, pero es algo que se está haciendo en todo el mundo, no es tan raro. La resistencia es general en todo sistema al se que le dice que tiene que cambiar. La escuela no tiene más remedio que cambiar porque el mundo lo hace muy rápidamente.

Los expertos que han evaluado las reformas educativas dicen que hay que comenzar intentando convencer de la necesidad del cambio a los protagonistas, justo lo que no han hecho los ministerios nunca.

--Hay quien argumenta que los profesores funcionarios, además de titulados, han aprobado una oposición.

--De eso se trata, se tienen que actualizar. Decir que se ha ganado una oposición y que, con eso, está asegurada la calidad durante toda la vida no anima a ningún progreso. En Finlandia, los puestos hay que revalidarlos de vez en cuando; se suele despedir a un promedio de entre el 10 y el 15 % porque no han cumplido y nadie piensa que sea un país tremendo.

--¿Deberían ser evaluados con consecuencias si suspenden?

--A los funcionarios que tienen sus derechos consolidados, debemos mantenérselos y tienen que tener su proceso de evaluación, pero los nuevos, a lo mejor, sí que tienen que tener esa cláusula.

--¿Y qué consecuencias debería tener la evaluación?

--He incidido en la arte más positiva, que los que lo hacen bien tengan un incentivo; y a los malos, que se les anime para hacerlo mejor proporcionándoles medios de formación e insistiendo en que lo hagan bien.

--¿Hay mucho corporativismo docente?

--Está más en los sindicatos que en la profesión. La esencia de los sindicatos es defender las condiciones laborales, no la formación del profesorado, pero eso no es disminuir su importancia. En España, los colegios profesionales de profesores tienen muy poca presencia.

--¿Han abusado los gobiernos de reformas de espaldas al profesorado?

--Seguro, todos han tenido una confianza ciega en que la educación se mejora con el BOE en la mano. No es verdad, la escuela se mejora en las aulas. Si no cuentas con los docentes, no se va a conseguir nada. Por eso quiero que, el Libro Blanco, que me ha encargado el titular de Educación, Iñigo Méndez de Vigo, esté hecho desde la escuela hacia el ministerio, porque todos han sido desde el ministerio hacia la escuela.