Ayer lo intentó de nuevo. Ana María C. F., se presentó temprano en el Vall d´Hebron con el único deseo de visitar a Alba, su hija, ingresada en estado crítico tras recibir, hace ocho días, una brutal paliza. Cuatro vigilantes de seguridad y dos Mossos d´Esquadra la expulsaron del centro. Y le advirtieron: "Si lo vuelve a intentar nos veremos obligados a pedir una orden judicial de alejamiento del hospital".

Abatida, Ana María ya no regresó al piso de la familia de Viladecans que la ha acogido estos días. "Se han portado muy bien y confían en mi, pero los vecinos me insultan, les insultan, y yo no les quiero dar más problemas", relató a este diario, al que aseguró que es "injusto y cruel" que la Generalita le prohíba visitar a su hija. "Ni siquiera me la dejan ver tras un cristal. Mi hija me necesita. Cuando abra los ojos lo primero que hará será preguntar por su madre".

Respecto al culpable del maltrato, dijo: "Esta vez ha sido él por su compañero. Cada vez estoy más convencida, pero que nadie se equivoque. La paliza de diciembre y los abusos sexuales son obra de su padre", insistió, negó ser una madre despreocupada e irresponsable y reiteró que es inocente.