El plan era quemar la casa, con toda la familia dentro, y luego suicidarse. La principal hipótesis de los investigadores tras la muerte de dos personas -una joven de 21 años y un anciano de 85-- en el incendio de una casa en el municipio pontevedrés de Lalín adquiría solidez durante la declaración ante el juez, ayer, de los dos imputados, Carmen Reboredo y su esposo, José Mouriño. Las deudas los empujaron a acabar con todo.

Según fuentes judiciales, la mujer reconoció en el juzgado que todo fue producto de un plan bien concebido. Y así lo hicieron: incendiaron la casa y se refugiaron en un pozo séptico donde tenían intención de suicidarse. Pero un guardia civil --uno de los que se habían desplazado alertados por el incendio-- pasó por allí y los oyó conversar.

Para entonces, el fuego había acabado con la vida de su hija, Sonia, y de Amador Fernández, un hombre que durante años había trabajado para la familia. Otros dos familiares se salvaron.