Un adolescente de 16 años no puede pedir una cerveza en un bar, pero sí participar en un encierro taurino. La muerte de un chaval de esa edad al ser arrollado por un cabestro ayer en Cabanillas (Navarra) sumió al pueblo en la consternación, a la vez que reactivó el debate sobre la reglamentación de este tipo de actos.

Las fiestas del municipio navarro se tiñeron de luto ayer por la mañana cuando el joven A. M. A., que participaba en el encierro de vaquillas, fue golpeado por un manso que ya había hecho el recorrido, pero que fue soltado de nuevo para que recogiera a un grupo de reses rezagadas. El chico, que chocó con el cabestro de frente, consiguió levantarse tras ser arrollado, pero cayó desplomado al poco tiempo. Después fue trasladado, aún con vida, al Hospital Reina Sofía de Tudela, donde las maniobras de reanimación no pudieron evitar su fallecimiento.

El suceso causó una gran impresión en la localidad, que suspendió los actos de las fiestas hasta las 13.00 horas de hoy. El Ayuntamiento de Cabanillas izó sus banderas a media asta y con crespones, y decretó un día de luto oficial.

ACTO AJUSTADO A LA LEY El director general de Interior de Navarra, Juan Ramón Rábade, comentó que el encierro había sido autorizado y que se desarrolló "con normalidad". El reglamento navarro de espectáculos taurinos prohíbe que menores de 16 años tomen parte en este tipo de actos, pero al tener la víctima esa edad, no existió ilegalidad alguna. Pese a esta norma general, los ayuntamientos pueden elevar la edad mínima. Es lo que ocurre en Pamplona, donde hay que ser mayor de edad para correr los encierros de los Sanfermines. El límite de 16 años está muy extendido por toda España --también rige, por ejemplo, en el corre de bou de Cardona (Bages)--, si bien en ocasiones se aplica con laxitud.

El suceso de Cabanillas suscitó las críticas de quienes consideran que se debería exigir la mayoría de edad para participar en los encierros.