Cemencio H. hizo ayer público en varios medios de comunicación el bullying (acoso escolar) que desde mayo del 2003 viene sufriendo su hija Tania, de 14 años, a manos de una veintena de compañeros. La menor, incluso, intentó suicidarse para poner fin a su drama.

El hombre, que reside con su mujer y sus dos hijos en Burgos, interpuso la primera denuncia a mediados del pasado marzo, cuando a su hija le rompieron el brazo. A partir de ahí, presentó otras 18 denuncias por amenazas e injurias. Los menores inculpados ya han prestado declaración ante el fiscal. El juicio se celebrará a puerta cerrada en una fecha aún por determinar.

HACE UN AÑO El calvario de Tania comenzó en mayo del 2003. En su colegio, el Liceo Castilla, un grupo de unos 19 compañeros empezaron a "insultarla, agredirla y pedirle dinero, ropa y discos", según explicó su padre a EL PERIODICO. Tania, sin embargo, no dijo nada en casa. "La notábamos rara. Decía que no quería ir al cole, pero no nos decía el motivo", añadió.

En enero de este año, Tania se tomó varios tranquilizantes con el objetivo de suicidarse. Su madre se la encontró tendida en casa y se la llevó al hospital. Allí, confesó su calvario al psicólogo del centro. A raíz de esa declaración, envió una carta al director del colegio. Este se reunió con el coordinador y llegaron a la conclusión de que el asunto era una "cosa de críos", según el padre. "Me dijeron que Tania tenía que enfrentarse al problema y que si tenía que soltar una torta que lo hiciera", añadió.

Sin embargo, la situación no mejoró y Clemencio se puso en contacto con el servicio de inspección de la dirección provincial de Educación. "La solución a la que se llegó fue cambiar de clase a Tania, pero no sirvió de nada porque siguió sufriendo amenazas e insultos", subrayó el padre. Un día, Tania llegó a su casa y dijo a sus padres: "No vuelvo al colegio". Entonces, las autoridades escolares decidieron cambiar de centro a la adolescente, que retomó las clases en el Instituto Comuneros.

La pesadilla de Tania no concluyó ya que sus acosadores la seguían insultado. "Yo he ido con mi hija a pasear y he oído cómo la vejaban. No la dejan en paz ni cuando sale de discotecas por la noche", destacó Clemencio.

"Lo único que quiero es que nos dejen en paz, que nos dejen vivir tranquilos", afirmó. En su opinión, los responsables del calvario de su hija son el director y los profesores del primer colegio, que "no supieron o no quisieron ver el problema". Además, se mostró escéptico con la decisión judicial: "No sé si servirá para algo".