Salir o salir. Ese es el dilema que afrontaban ayer miles de bolivianos casi amotinados en los aeropuertos del país andino en busca de su última oportunidad para entrar en España antes de que, el domingo, se implante la exigencia de visado. Mientras, los 600 que lograban pisar suelo español se enfrentaban a los funcionarios policiales que enviaron de vuelta a 60 para desesperación de sus familias. Sus seres queridos no habían tenido la suerte de los 15.000 que han estado llegando a la terminal madrileña desde que el pasado octubre se hizo público el calendario de implantación del visado.

Un mínimo de 200.000 bolivianos (366 en la provincia de Badajoz y 315 en la de Cáceres) se han instalado en los últimos tres años en España tras la profunda crisis en la que había caído el país andino. El INE tenía registrados 2.217 el 1 de enero del 2000 y seis años después eran ya 139.000. Aunque no hay datos oficiales, las estimaciones hechas a partir de las llegadas en Barajas sitúan la población actual en ese mínimo de 200.000.

Al poco de detectarse la llegada masiva, el Gobierno empezó los trámites para que la UE impusiera la barrera burocrática. Aunque en poco o nada hubiera contado su opinión, el presidente boliviano, Evo Morales, no se opuso a la medida y, tras la decisión unánime de los Veinticinco, ahora cae el telón al éxodo.

LA QUIEBRA DE LAB Marcharse será casi imposible a partir del domingo, pero ayer ya era muy, muy difícil. Las terminales aéreas de Viru Viru estaban sumidas en el caos. El llanto de los que no podían obtener billete se mezclaba con el de las madres que despedían a sus hijos. Viru Viru fue tomado por cientos de pasajeros que se quedaron sin embarcar en la compañía Lloyd Aéreo Boliviana (LAB). "No tenemos combustible", les decían.

En los últimos días, LAB ha dejado en tierra a 1.600 viajeros y ayer se declararon en quiebra después de que el miércoles el Gobierno boliviano detuviera a tres de sus directivos. Lo insólito es que, en medio de los gritos y pedidos de devolución del dinero, no faltaban vendedores de pasajes --¿quizá falsos -- a la caza del último de los desesperados.

Los precios de los pasajes han aumentado en más del 100%, según ha denunciado estos días la prensa boliviana. Un avión del Transporte Aéreo Militar (TAM) fue contratado para ir hasta Sao Paulo (Brasil), escala previa a un vuelo a Lisboa (Portugal). Pero el vuelo no llegó a tiempo por complicaciones meteorológicas y los bolivianos quedaron atrapados en Brasil. En este contexto, el caso del crucero Sinfonía , en el que viajaban 82 bolivianos, acentuó el debate sobre la inmigración.

"El sueño europeo, a estas alturas, se ha convertido en un angustioso e inevitable drama humano", apuntaba La Razón. Los diarios y las televisiones también han denunciado las "arbitrariedades" a las que son sometidos los bolivianos en España antes de ser devueltos. "Me encerraron en un cuarto sólo por quitarme los zapatos", dijo una mujer ante las cámaras. Un jubilado contó que, a pesar de tener el hotel pagado y una cuenta de 5.000 euros, fue también expulsado.

Bolivia asiste a una verdadera paradoja política: sus indicadores económicos son inmejorables respecto a gobiernos anteriores gracias a las exportaciones de hidrocarburos, la condonación de deuda con organismos internacionales y una mejor gestión de las cuentas públicas. El Banco Central cuenta con una cifra inédita de reservas internacionales: 3.000 millones de euros. Pero este crecimiento, según insisten analistas cercanos al oficialismo y opositores, no llega a la población del país más pobre de Sudamérica.