Los mismos responsables policiales que el lunes declararon que estaba "cerrado" confesaron ayer que el caso de Josef Fritzl, el hombre que secuestró a su hija durante 24 años y que tuvo siete hijos con ella, "plantea un millón de preguntas sin respuestas". La más destacada, que Fritzl realizara al menos un viaje a Tailandia. Para la prensa, que ha difundido la fotografía de un sonriente y bronceado Fritzl en una playa tailandesa, ese viaje plantea dos interrogantes. El primero: ¿Fue Fritzl a Tailandia a practicar turismo sexual? El segundo: ¿Se ocupó alguien de su hija y de los niños en su ausencia?

"Todos sabíamos que le encantaba ir de vacaciones a Tailandia, usted ya sabe a qué me refiero", dijo una vecina del monstruo de Amstetten , cuya paternidad sobre los niños ha quedado demostrada por los tests de ADN. Además, Fritzl puede ser condenado a cadena perpetua acusado de asesinato por negligencia.

La cuestión que sí quedó dilucidada es cómo había hecho el habitáculo sin ser detectado. Ayer, la Asociación de Protección Civil explicó que sótanos como el empleado por el secuestrador como calabozo fueron construidos con subvenciones durante la guerra fría como protección ante un ataque nuclear.

La prensa austriaca arremetió contra las autoridades locales acusándolas de negligencia por conceder a Fritzl, que ya había cumplido una pena de prisión por abusos sexuales a una mujer, la tutela sobre los tres niños que él mismo había sacado del zulo donde mantenía recluida a su hija. A esos ataques, las autoridades respondieron que "no cometieron ningún error".

MUSICA Y DEPORTE Según el secuestrador, el criterio para sacar a los bebés del calabozo era su llanto. Leolpold Etz, inspector jefe de Baja Austria, explicó que Fritzl dejó en el calabozo a niños los más tranquilos, mientras que sacó a los que lloraban más. A estos, los abandonaba ante la puerta de casa y decía a su mujer que su hija los había dejado allí por no poder hacerse cargo de ellos.

Además, Frtizl le llevó a dar a los niños que sacó a la superficie una educación ejemplar, con actividades deportivas y musicales, mientras sus tres hermanos malvivían en un sótano sin salir a la superficie.

Ahora, los familiares del raptor reciben tratamiento psiquiátrico en una clínica de Amstetten instalados en un local al margen del resto de pacientes. Allí, Elisabeth y los dos hijos que vivieron con ella en el zulo han establecido contacto con los tres hijos que Fritzl sacó a la superficie. "Han empezado a mantener contacto, aunque los dos chicos de 5 y 18 años que nunca habían salido tienen una forma de expresarse poco habitual", cuenta el director de la clínica.

El que mejor lo lleva es el pequeño, que se adapta muy bien a su nueva vida al aire libre y que mostró su alegría por montar en coche. Monika, la segunda hija en libertad, ha dicho que quiere volver a la escuela, donde sus compañeros de clase han tenido que recibir asistencia psicológica. Mientras, Kerstin, la hija mayor, sigue en coma inducido. Las autoridades estudian autorizar un cambio del apellido de la familia, ya que Fritzl ha quedado "ensuciado" por lo sucedido.

Por otra parte, informar que el calvario de Elisabeth Fritzl recuerda el sufrido por una francesa de 45 años, Lydia Gouardo, violada y torturada durante 26 años por su padrastro, que murió de infarto en 1999. El caso trascendió hace un año.