TNto creo que tener a un escritor por amigo le exija a uno fidelidad incondicional hacia su obra. Por citar nombres propios, no todos los libros de Julián Rodríguez han sido de mi agrado. Así se lo he expresado a él en cada momento, con entera libertad. Esa libertad que ahora me permite afirmar que Cultivos es uno de los mejores libros que han pasado por mis manos en los últimos años. A caballo entre el diario, el ensayo y la novela, esta propuesta literaria sirve a su autor como plataforma para desgranar una autobiografía emotiva-intelectual. Por falta de espacio, me limitaré a glosar el epílogo, "Dos días de agosto", siete intensas páginas que recogen --como si eso fuera posible-- los últimos días de vida de un ser querido, enfermo terminal de cáncer. Solo por estas páginas quedaría justificado saludar a su autor como uno de los mejores escritores españoles de su generación.

¿Merece la pena escribir sobre el sufrimiento humano? No solo merece la pena sino que además es necesario. Casualmente he combinado la lectura de Cultivos con la de Carver y yo , de Tess Gallagher , esposa del célebre escritor norteamericano Raymond Carver . El tema del epílogo de Cultivos y el de parte del libro de Gallagher viene a ser el mismo: la muerte guisada a fuego lento. Esa muerte que en las distancias cortas nubla la vista con sus focos cegadores.

En un capítulo de Cultivos el escritor cacereño reflexiona en voz alta sobre la utilidad de la literatura. Yo diría que la literatura rara vez es la protagonista de grandes transformaciones sociales, pero a modo individual puede enseñarnos incluso a mirar a los ojos a la muerte.