El cohete Ares, un coloso de casi 100 metros de altura, superó ayer la primera prueba para convertirse, como desea la NASA, en la gran nave espacial que sustituya a los vetustos transbordadores y permita un nueva misión tripulada de Estados Unidos a la Luna. Ambos objetivos siguen en el aire, con un presupuesto y un calendario muy cuestionados, pero el cohete hizo los deberes con pulcritud y se elevó sin problemas.

El prototipo, llamado Ares 1-X, con una carga ficticia, llegó hasta los 45 kilómetros de altura en seis minutos, lo que llenó de satisfacción a los responsables de la NASA. Los primeros tests, con 700 sensores, servirán esencialmente para verificar la estabilidad de la nave y su capacidad de carga. Luego llegarán los modelos Ares 4 y 5, aún mayores.

Para poder impulsar un módulo con astronautas, el futuro Ares deberá someterse a cinco años de pruebas, mientras que para intentar un alunizaje, la espera será de al menos una década. El cohete recuerda a los Saturn 5 que permitieron el primer alunizaje tripulado, pero está claro que ahora no se va a ir tan rápido como en la década de los 60: por motivos presupuestarios y por motivos de seguridad.

"Es el lanzamiento más bello que he visto jamás", dijo emocionado Jeff Hanley, responsable de Constellation, el programa de naves tripuladas que han de concluir con un aterrizaje en la Luna e incluso en Marte.

"Ha sido un paso enorme hacia las metas de exploración de la NASA", insistió Dough Cooke, director de sistemas de misión de la agencia espacial. No era para menos: el ensayo había costado nada menos que 350 millones de euros. De hecho, varios congresistas han pedido poner límite a la financiación oficial del proyecto, puesto en marcha por Bush en el 2004, y abogan por una mayor entrada de capital privado.

COMBUSTIBLE El Ares despegó ayer desde Cabo Cañaveral (Florida) a las 16.30, en horario español, y dos minutos después, cuando se hallaba a 42 kilómetros de altura, el tanque de combustible sólido se separó, desplegó sus paracaídas y descendió sobre el océano Atlántico.

El segundo segmento del prototipo, que en el cohete real también estará cargado de combustible, y una sección que simuló la cabina Orion en la cual viajarán astronautas, continuaron hasta unos 45 kilómetros y luego también cayeron sobre el mar.

A diferencia de lo que sucedía con los transbordadores, que aterrizan como un avión y son reutilizables, los futuros astronautas deberán regresar a la manera clásica, es decir, en una pequeña cabina con paracaídas que se precipitará sobre la Tierra o el mar. Así se hizo con los Apollo y así siguen volando los rusos.

El Ares 1-X, el segundo mayor cohete de la historia tras los Saturn 5, es crucial para los planes de exploración de la NASA.