TMte encuentro a Pía Sánchez en Internet. Primero me asombran los máster de la candidata del PP por Badajoz, después me asusta su rictus. Miro al cielo y veo las banderolas con la cara de Amador Alvarez: ¡Qué tío más serio! Conduzco y se me aparece Zapatero en una recta... ¿Eso suyo es una risa o una astringencia? De los caretos de Llamazares y Rajoy mejor no hablar porque me deprimo. ¿Pero por qué se ríen tan mal nuestros políticos? ¿Por qué no son capaces de componer en sus fotos electorales la sonrisa franca de Schroeder, la luminosidad Profidén de Chirac, la risa desenvuelta de Bush o la sonrisilla conejil y simpática de Blair?

Busquemos explicaciones. Hay una seriedad lírica defendida por Verlaine: "La risa es tan ridícula como engañosa". Está la explicación racial, que se resume en lo que sostiene un tipo tan listo como el psiquiatra Luis Rojas Marcos: asegura saber cuándo aterriza en Barajas por el olor a café con leche y las caras de cabreo.

Y tenemos la tesis que les regala EL PERIODICO EXTREMADURA. Resulta que cuando la fotógrafa cacereña Queca Campillo retrata a nuestros políticos, estos se empeñan en decir patata. Sin embargo, los ingleses y los americanos, cuando se fotografían, dicen whisky, los franceses, ouistiti , y los alemanes, chiiis . Hagan la prueba, digan patata y se les pondrá cara seria, pero digan whisky, como Bush, o cualquier palabra con muchas íes, y verán qué sonrisa... Amador, Pía, Zapatero, salid ya del patatal y alegradnos la campaña.

*Periodista