Ochenta y ocho días de desastre ecológico parecen haber sido más que suficientes para que EEUU y su presidente, Barack Obama, aprendan bien una lección: en un vertido catastrófico como el de BP, que ha contaminado las aguas del golfo de México, las soluciones no son en ningún caso sencillas ni nunca se pueden dar por seguras, incluso cuando son aparentes.

Ayer, un día después de que una prueba de presión en el ahora taponado pozo Macondo permitiera por primera vez desde el pasado 20 de abril que el crudo dejara de fluir, el presidente estadounidense aplaudió el avance, pero pidió absoluta cautela: "Es importante que no nos adelantemos. Cuando el crudo deja de salir, todo el mundo piensa que hemos acabado, y no es así".

El riesgo, explicó el presidente, es que si los resultados de esas pruebas de presión, conocidas como "pruebas de integridad" y que aún están en marcha, se aceptan como válidos demasiado rápido y se decide sellar definitivamente el pozo, podrían provocarse "incontables fugas" ya no hacia el agua y la superficie, sino hacia otras zonas bajo el fondo marino.

ANALISIS METICULOSO Por eso, Obama aseguró que ninguna decisión se tomará hasta que los científicos y técnicos hayan analizado hasta el extremo todos los datos recogidos. "Nuestra responsabilidad --agregó el presidente-- es asegurarnos de que estamos tomando un camino de acción prudente y no solo buscando una solución a corto plazo que podría causar problemas aún más graves después".

Tras prácticamente tres meses de malas noticias en una catástrofe por la que ya ha pagado un precio político que aún puede aumentar, Obama no desaprovechó la oportunidad de alabar los progresos "indudables". Destacó que, con la instalación del último mecanismo de contención que ha permitido frenar el vertido, aunque acabara decidiéndose no sellar Macondo, se podrían recoger 80.000 barriles de crudo al día. La anterior campana solo permitía capturar 25.000 barriles diarios.

EL SISTEMA ´BOTTOM KILL´ La solución definitiva, tanto si se sella el pozo como si se deja abierto y se recoge el crudo, no llegará hasta que estén completados los dos pozos auxiliares que desde el primer momento se han considerado la única opción para eliminar los peligros de Macondo. Se espera que la construcción de ese sistema, conocido como bottom kill, acabe este mes.

Quedan por delante muchos retos: uno es el trabajo de limpieza; otro, asegurar que BP crea el fondo de 15.000 millones de euros que le impuso el Gobierno de Obama y que los afectados reciben sus compensaciones. Asimismo, hay que determinar todavía qué dimensiones ha tenido este vertido, dato del que dependerán algunas multas a la petrolera británica.

"La clave ahora --aseguró el dirigente estadounidense-- es tomar decisiones que estén basadas en la ciencia y en lo que es mejor para la gente del golfo, y no en las relaciones públicas o en la política. No habremos acabado hasta que sepamos que hemos logrado extinguir el pozo y que tenemos además una solución permanente".