Felipe Rascón mató el jueves pasado a su hija de 7 años y se suicidó, pero nadie puede decir que el desenlace fuera del todo inesperado. Su exmujer, María Angeles González, le había interpuesto 42 denuncias por amenazas y conducta violenta, y se oponía a que pudiera verse a solas con la pequeña Andrea.

Pero el juez hizo caso omiso y tras un periodo en el que las visitas eran vigiladas por un asistente social, hace tres meses amplió el permiso. El padre podía encontrarse sin testigos con su hija tres horas a la semana. El jueves tuvo lugar el último encuentro. Tras separarse en el año 1999, y debido a los problemas psicológicos de Felipe, el juez dio la custodia a la madre y restringió las visitas al padre. Los expertos habían dictaminado que sufría "doble personalidad, con el agravante de conducta violenta". El juez dictó medidas de alejamiento de su ex, pero la protección a la pequeña no aumentó.