El príncipe Felipe presidirá el próximo 14 de marzo en Barcelona el acto de inauguración del Año Internacional del Diseño, promovido por el Fomento de las Artes Decorativas (FAD) y apoyado por las instituciones. La ocasión permitirá al Príncipe verse las caras con algunos de los participantes en la sandwich party, que se celebró el pasado verano, en la que diseñadores como Javier Mariscal y el propio Juli Capella, presidente del FAD, pusieron a caldo no sólo el estilo de la residencia de Felipe, sino su propia estética, y de paso, su ética.

Los diseñadores criticaron que para la construcción y decoración de la nueva casa del Príncipe, situada en el recinto de La Zarzuela, no se hubieran tenido en cuenta las nuevas tendencias de la arquitectura y el diseño. Tenían razón, pero no en echarle todas las culpas a Felipe, que se encontró con el proyecto hecho y el arquitecto adjudicado por los genios de Patrimonio Nacional, organismo que se ocupa del mantenimiento y construcción de los edificios oficiales.

Es lo malo de ser Príncipe, no mandas ni en tu propia casa y, todavía peor, si eliges a un arquitecto que se salga de las normas establecidas, pueden acusarte de malgastar el dinero del Estado.

Otro tema es el de la decoración de la casa y el del estilismo indumentario del Príncipe. Los diseñadores están en su derecho de criticar lo que les parece visualmente abominable, al fin y al cabo, su trabajo es revolucionar la estética establecida. Lo verdaderamente importante es saber cómo serían el despacho y la ropa de Felipe de Borbón si, en vez de príncipe, fuera presidente del FAD y viceversa. A lo mejor nos llevábamos una sorpresa.