TLteo que un señor inglés tiene que valerse de ciertos trucos para reconocer a su mujer, como que ella siempre vista con una prenda roja. No es que le pase sólo con su mujer, le sucede con todo el mundo, el tipo es incapaz de reconocer a una persona con la que ha mantenido una conversación cinco minutos antes. Lo que le ocurre se llama prosopagnosia y es una enfermedad que provoca una interrupción selectiva de la percepción de los rostros, también del propio, es decir, que las caras pueden ser vistas, pero no reconocidas. Por ello, este señor debe ir dejando pistas para poder acordarse de quiénes son las personas que le importan. Lo cierto es que no tenía ni idea de que existiera la prosopagnosia y me han sorprendido mucho las consecuencias de esta patología y la preocupación constante que deben tener los enfermos por ingeniárselas para encontrar soluciones a su desmemoria. Es triste cuando se olvidan de ti, pero creo que es mucho más doloroso cuando dejan de acordarse de la gente que quieres. Es lo que deben haber pensado los familiares de las víctimas del 11-M cuando el miércoles asistieron al monumento de Atocha para recordar a sus familiares y amigos fallecidos en el atentado terrorista. El monumento estaba sucio, maloliente, descuidado, sin señalizar- Cinco años después hasta las instituciones públicas se habían olvidado de que hubo un 11-M, tampoco asistió al acto ningún representante de la Administración. La asociación de víctimas se ha quejado amargamente por ello. Supongo que en el fondo la prosopagnosia es eso, la necesidad de pelearse a diario por dejar pistas con las que se pueda recordar a los que nos importan.