Indignación, miedo, cruces de acusaciones... EEUU vivía ayer sacudido por el asesinato el domingo en Wichita (Kansas) del prominente médico George Tiller, uno de los pocos que realizaban interrupciones de gestaciones avanzadas en el país. El presidente, Barack Obama, se declaró en un comunicado "indignado" por el "abyecto" crimen y el fiscal general, Eric Holder, ordenó la protección con agentes federales de varias clínicas que realizan las intervenciones y de su personal médico. Aunque ayer no se presentaron cargos, la policía mantiene arrestado a Scott Roeder, un hombre de 51 años sospechoso de haber disparado el tiro que acabó con la vida de Tiller, de 67 años. Roeder fue detenido en 1996 con material explosivo.