Cuando una persona sufre un ictus tus todo su entorno se ve afectado, en especial los miembros de su familia. La vida de la persona afectada sufre un cambio importante a todos los niveles: personal, familiar, social y laboral, teniendo que enfrentarse diariamente a continuos retos que pondrán a prueba su capacidad de adaptación a la nueva situación. No solamente debe enfrentarse a cambios a nivel físico, sino que, en muchos casos aparecen también alteraciones emocionales y/o conductuales que pueden interferir de forma importante en las relaciones familiares y dificultar el proceso de rehabilitación.

Del mismo modo, la familia se enfrenta también a una serie de cambios en su funcionamiento Y organización ya que, desde el momento en el que la persona sufre el ictus, deben asumir una serie de responsabilidades para las que no están preparados. Al mismo tiempo que la familia intenta adaptarse a los sentimientos de perdida, también tienen que reaccionar ante los sucesos cotidianos y las dificultades asociadas a lesiones cerebrales: problemas cognitivos y conductuales, inseguridad sobre el futuro, cambios de roles… Además, la familia pasa por un vaivén de emociones ya que debido a su a un largo proceso de recuperación y rehabilitación, las emociones asociadas a la pérdida suben y bajan al sufrir y bajar las expectativas.

Por todo esto, es importante que las familias reciban una adecuada información, atención, educación y apoyo durante el proceso de rehabilitación de las personas afectadas. De esta forma la familia contará con mayores recursos para enfrentarse a las diversas situaciones que se le irán prestando y estará dotada de estrategias que le permitirán brindar un apoyo de mejor calidad puesto que este apoyo familiar durante el proceso favorece mejores resultados en la recuperación.

El apoyo de la familia a la persona que sufre una lesión cerebral durante el proceso de rehabilitación es fundamental. En primer lugar es importante que las es importante que el afectado no sienta que está solo ante todos los cambios que ha sufrido su vida y que puede contar con personas a su alrededor que pueden ayudarle a superar todos ellos. Pero no solo a nivel emocional es importante este apoyo. Durante el proceso de rehabilitación la persona debe reaprender a realizar actividades y tareas que se han visto afectadas por el daño sufrido. Sus actividades básicas de la vida diaria se han visto mermadas así como, en muchas ocasiones, su capacidad para caminar, entre otras.

Los profesionales implicados en la rehabilitación enseñan a estas personas a realizar estas actividades adaptándose a sus limitaciones actuales y, del mismo modo, la familia (en especial el cuidador principal) puede actuar como coterapeuta en este proceso. Los profesionales enseñan también a los cuidadores cómo deben ayudar a las personas para que adquieran de nuevo las destrezas afectadas favoreciendo que puedan seguir ensayando dichas tareas cuando el terapeuta no se encuentra presente y facilitando de este modo una mayor continuidad en la rehabilitación. Además, de esta manera tanto el paciente como el cuidador, van enfrentándose juntos a los rectos que va planteando la rehabilitación y se van adaptando a la nueva situación dotándoles de aprendizajes que pueden ser les útiles cuando se encuentren en su domicilio.

Por todo ello, la colaboración entre los profesionales de la rehabilitación y las familias de las personas afectadas por una lesión cerebral debe ser estrecha y fluida, ofreciéndoles la información y el apoyo que requieran para garantizar el mejor clima posible durante el proceso de rehabilitación y favoreciendo que todas las personas implicadas puedan trabajar en la misma dirección para alcanzar los objetos objetivos planteados.