El volcán ha sido después de todo una buena promoción para Islandia", comenta Helgi Sigurdsson, un empresario islandés. "Ahora todo el mundo sabe dónde se encuentra Islandia. Estuve hace poco en una feria en Las Vegas e incluso los taxistas lo sabían. Al principio se armó un lío por culpa de las cenizas, pero al cesar la erupción estoy seguro de que este verano tendremos muchos turistas en la isla".

La opinión de Helgi es general en Islandia, y coincide con la de los mayoristas españoles. Desde que el volcán cesó su actividad el pasado 23 de mayo, el interés por Islandia ha ido en aumento y, tras unos meses aciagos, el verano del 2010 apunta espléndido. El año pasado se superó por primera vez la barrera de los 500.000, lo que no está nada mal para un país de 320.000 habitantes, pero parece que este verano subirá aún más el listón. Al fin y al cabo, repiten en Reikiavik, el volcán solo afectó al 1% de la superficie de la isla y en la capital apenas se enteraron de esta erupción que provocó el caos aéreo en mayo.

"Parece que el momento crítico ya ha pasado", señala el vulcanólogo Magnus Tumi Gundmundsson en su despacho de la facultad de Ciencias Naturales de Reikiavik. "En Europa saltó la alarma por las cenizas que complicaron el tráfico aéreo, pero aquí tenemos una erupción cada cuatro años; estamos acostumbrados. Era una erupción pequeña, pero se complicó porque había granjas a pocos kilómetros y un glaciar. Tuvimos que evacuar a unas 600 personas, pero ya está todo arreglado". "Aquí estamos más preparados para combatir los desastres naturales que las crisis económicas", aclara con una sonrisa.

Cuando le comento que Islandia parece el país ideal para un geólogo, Magnus Tumi sonríe y apunta: "Es una isla muy viva, en efecto. Aquí siempre pasan cosas. Existe el mito de que todos creemos en los elfos, y corre el chiste de que Björk es un semielfo, pero lo cierto es que aquí la naturaleza domina y la gente está muy ligada a ella". Sobre la posibilidad anunciada de que un volcán vecino, el Katla, pueda entrar en erupción, Magnus Tumi admite que es una posibilidad. "Siempre que el Eyjafjalla ha entrado en erupción, el Katla lo ha hecho poco después", apunta. "Es evidente que hay una relación entre ambos, pero lo estamos controlando con monitores y sensores y de momento no hay pruebas".

Suvenires con humor

Jörmundur Ingi, un curioso personaje de bigote antiguo y medallón en el pecho que fue líder de la religión Asatru, que reivindica la Islandia pagana y a dioses como Thor y Odín, opina que los elfos han minimizado los daños del volcán. "A la mayoría de los países no les preocupa la naturaleza", denuncia. "Creen en la ciencia y el progreso, y destruyen el medio ambiente, pero la naturaleza se vengará si no actuamos bien".

De paseo por Reikiavik, en la que se nota la recesión económica por los numerosos carteles de till leigu (se alquila) y till sölu (se vende), me llama la atención, en una tienda de recuerdos, una camiseta que proclama: "Don´t fuck with Iceland: we may not have cash, but we have ash". Es decir: no jodamos con Islandia, que aunque no tengamos dinero en efectivo (por culpa de la crisis), sí tenimos cenizas para enviar a Europa. En el interior, venden tarros con cenizas a 12 euros. El negocio es el negocio, y algunas empresas turísticas ya venden Volcano Tours.

El Eyjafjalla fue noticia en todo el mundo en abril y mayo de este año, pero ahora es solo una atracción más de esta isla con numerosos encantos de origen volcánico. Al fin y al cabo, el volcán dista solo 230 kilómetros de Reikiavik, por una carretera asfaltada que transita por campos de lava, valles verdes en los que pastan caballos islandeses y cascadas espectaculares. Cuando nos acercamos al volcán, a primeros de junio, una nube de cenizas seguía ocultando las montañas y el glaciar, a pesar de que la erupción ya había cesó.

El aire se oscurece aún más cuando pasamos por la cascada Seljalandsfoss; justo arriba se encuentran el glaciar y el cráter del famoso volcán. "La erupción provocó una inundación que se llevó parte de la carretera --comenta Einar rn Gunnarsson, un amigo islandés-- pero los desperfectos ya se han reparado y no hay ningún problema para dar la vuelta a la isla por la Circular 1".

La Circular 1, que sale de Reikiavik y regresa a Reikiavik 1.200 kilómetros después, pasando por la costa este, el lago Myvatn, Akureyri (la segunda ciudad del país, con solo 16.000 habitantes) y los valles del oeste, se ha convertido en los últimos años en una ruta muy frecuentada por los turistas, aunque hay quien prefiere aventurarse por el corazón volcánico de la isla.

Unos kilómetros más adelante salimos de la carretera para p>Unos kilómetros más adelante salimos de la carretera para detenernos en Thorvaldseyri, la granja más cercana al volcán. El Eyjafjalla cesó su actividad hace días, pero aún está coronado por una columna de vapor y todo está cubierto de cenizas. Olafur Eggertson, dueño de la granja, resume así la situación: "La granja se fundó en 1886 y mi familia llegó aquí en 1906. Aquí cultivamos trigo, cebada y colza, y tenemos vacas. La tierra es buena, pero este año lo hemos perdido todo por las cenizas. En algunos lugares se han acumulado hasta más de 10 centímetros; lo malo es que llevan flúor y envenenan la cosecha"

Comenta Olafur que la erupción no le sorprendió, ya que vino precedida de varios terremotos. "La esperábamos desde enero", dice sin inmutarse. "Nos habían avisado de que tuviéramos las maletas hechas para dejar la granja en cualquier momento. El 14 de abril sonó el teléfono en plena noche y nos dijeron que teníamos que irnos de prisa. No vimos el inicio de la erupción porque había nubes, pero cuando se apartaron vimos el fuego que escupía el volcán. Podíamos regresar de día a cuidar las vacas, pero no dormir aquí". Al preguntarle si piensa quedarse en la granja, se encoge de hombros: "Hay que vivir día a día. Bajaremos la producción y tendremos menos vacas, pero, ¿quién nos compraría la granja si decidiéramos marchar?".

Voluntarios

A poca distancia de la granja, en la aldea de Skógar, brigadas de voluntarios están retirando las cenizas que ennegrecen los tejados y la hierba. Regresa la vida, a pesar de que los pasos levantan una nube de polvo e incluso la cascada Skógafoss, una de las más bellas de Islandia, baja con el color grisáceo de las cenizas.

De regreso a Reikiavik, la ministra de Turismo, Katrin Juliusdóttir, se muestra también optimista: "El turismo ha crecido mucho en Islandia en los últimos 10 años. Y esperábamos que este año sería el mejor, pero la erupción creó dudas. Por culpa del caos aéreo, el turismo cayó un 20% en abril, pero confiamos en recuperarnos. Tenemos un paisaje volcánico con cascadas, géiseres, lagos de agua caliente y glaciares cubiertos de cenizas. ¡Y en verano tenemos 24 horas de luz! Es cierto que cada cuatro años hay una erupción, pero también puede ser una bonita experiencia. Aquí no hay ningún peligro".

Añade la ministra que la gran crisis de octubre del 2008, cuando se hundió la economía de Islandia, no afectó al turismo el pasado verano. "La devaluación de la corona incluso nos fue bien, ya que nos convertimos en un país más barato".

La recesión, sin embargo, sigue notándose, tanto en la vida económica del país, donde por primera vez ha aumentado el paro hasta un 10%, como en la moral y en el bolsillo de sus habitantes, que han visto como sus hipotecas, negociadas con moneda extranjera, se multiplicaban hasta alcanzar valores prohibitivos. Las manifestaciones que después de la quiebra se registraron en la plaza del Parlamento de Reikiavik llevaron al poder a principios del 2009, por primera vez en la historia de Islandia, a una coalición de centro-izquierda, pero el pueblo sigue indignado con los financieros que llevaron al país a la ruina.

El escritor Einar Már Gudmunsson, uno de los más respetados del país, ha publicado un Libro blanco en el que critica tanto a los banqueros como a los políticos que les permitieron moverse a sus anchas. "Sé que es poco habitual que los autores hablemos de economía, pero yo pienso que los poetas no podemos dejar el mundo en manos de los expertos, porque después resulta que los expertos no lo son, --asegura--. Economistas, políticos y abogados han ido demasiado lejos, encerrados en sus especialidades".

Sostiene Einar Már que "Islandia es un microcosmos de lo que pasará en el mundo". Y añade: "En Islandia tenemos la suerte de poder verlo como un laboratorio, ya que somos un pequeño país en el que todo es transparente. ¡Aquí la economía ficticia llegó a multiplicar por 12 la real! Y pasa igual en todo el mundo. Nos venden la globalización diciendo que vamos a un mundo feliz en el que las finanzas viajan libremente. Por eso les dan sueldos tan altos y bonificaciones a los financieros. Pero cuando se hunde todo, dicen que es el pueblo el que tiene que pagar".

De héroes a odiados

Otro escritor, Hallgrímur Helgason, reflexiona que los financieros islandeses, que antes de la crisis triunfaban en todo el mundo (compraron grandes almacenes en Inglaterra y Dinamarca, y hasta un equipo de fútbol de la Premier, el West Ham), "eran considerados entonces como héroes, pero ahora son odiados y la mayoría deberían terminar en la cárcel". Aunque, puestos a encontrar algo bueno en la crisis, cita Hallgrímur las manifestaciones. "Por primera vez la gente reaccionó. Fue como una pequeña revolución. Estaban tan cabreados que salieron a la calle para decir que no querían aquel Gobierno que había sido cómplice de los financieros que nos hundieron".

Ante la pregunta de si piensa que los islandeses siguen siendo los más felices del mundo, tal como apuntaba una encuesta en el 2005, Hallgrímur sonríe. "Pues supongo que sí, porque somos una pequeña nación de solo 320.000 habitantes. Incluso con los grandes problemas que tiene ahora el país, seguimos disfrutando de este sentimiento de pertenecer más a una gran familia que a un país- Hace poco estaba en Seúl, una ciudad de 10 millones de habitantes, y me sentía allí como una hormiga. Aquí, en Islandia, a pesar de la crisis, todos nos sentimos alguien".