Para todo hay una primera vez, incluso para que los Reyes visiten oficialmente la Sagrada Familia. Y qué mejor ocasión que la recta final del Año Gaudí. Ayer, en compañía del alcalde de Barcelona, Joan Clos, del cardenal-arzobispo Ricard Maria Carles, del presidente de la junta constructora del templo, Joan Jordi Bergós, y con la presencia de Josep Piqué, ministro de Ciencia y Tecnología, y la delegada del Gobierno, Julia García-Valdecasas, Juan Carlos y Sofía realizaron un recorrido de más de una hora. En ese tiempo visitaron todos los rincones del conjunto arquitectónico, de arriba a abajo, las torres y las nuevas vidrieras, incluso las piezas del museo.

Los responsables de la junta constructora, con el lógico interés por dar importancia a la presencia real, se empeñaron en destacar que Juan Carlos y Sofía visitaban la Sagrada Familia por primera vez. Flaco favor les estaban haciendo a los Reyes, pues aunque la de ayer fue la primera visita oficial, tanto Juan Carlos como Sofía ya conocían la obra cumbre de Gaudí.

La verdad es que algunos miembros del patronato se tomaron la presencia real como si los Reyes visitaran su casa, aunque se entiende, puesto que la junta es la propietaria del templo y de los ingresos que se obtienen por las entradas de los turistas y las donaciones. Por esa razón, Teresa Martínez Dalmases, una de las coordinadoras de la visita y nieta de un promotor de la Sagrada Familia en tiempos de Antoni Gaudí, lanzó a los miembros del servicio privado de seguridad contra algunos de los periodistas que seguían la visita, impidiéndoles el acceso al interior del templo.

EL OBJETIVO DE LA VISITA

La visita tenía como objetivo fundamental resaltar el acierto de la celebración del Año Gaudí, una iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el ministerio de Cultura, en la que participan varias entidades y organismos tanto públicos como privados, entre ellos la junta.

La visita empezó en la fachada del Nacimiento, levantada en vida de Gaudí, y concluyó en la fachada de la Pasión, obra reciente de Josep Maria Subirachs. El Rey, siempre diplomático, exclamó al verla: "Qué bonita".