El protocolo de Kioto, el gran acuerdo internacional para intentar frenar el cambio climático, necesita de Rusia para alcanzar la mayoría necesaria y poder entrar en vigor. Pero Rusia no parece muy dispuesta. En la apertura de la Conferencia Internacional sobre el Clima que se celebra en Moscú, el presidente Vladimir Putin afirmó ayer que tomará la decisión final en función de lo que más convenga a su país y dejó claro que eso no está previsto en un futuro.

"El Gobierno ruso examina minuciosamente la ratificación y estudia todos los problemas relacionados con ella. La decisión se tomará de conformidad con los intereses nacionales de Rusia", precisó Putin. La dilación rusa a la hora de aprobar el acuerdo de 1997 ha provocado ya importantes presiones y repetidas protestas de la UE, que ha preparado detalladas propuestas para limitar desde el 2005 las emisiones de su industria. Francia condiciona la posición rusa al respecto con el futuro de la cooperación con Moscú en el ámbito energético.

Las palabras del presidente sembraron la decepción entre numerosos líderes europeos y de las Naciones Unidas que han insistido en que Rusia aproveche la ocasión de la conferencia de Moscú para sellar su ratificación del acuerdo. Putin se había comprometido a dar un impulso en esa dirección en mayo pasado, durante la cumbre Rusia-UE en San Petersburgo. Inicialmente, el Kremlin tenía previsto que la Duma (Cámara baja) ratificara el acuerdo en septiembre.

Rusia ha criticado repetidamente la negativa de EEUU a formar parte del acuerdo diciendo que Washington debilita así las reglas de Kioto, que requieren la ratificación de todo el poder industrial para que se convierta en una ley internacional. Sin embargo, la posición rusa ha cambiado en los últimos meses, después de que el Kremlin decidiera pedir a la UE ayudas económicas a cambio de la ratificación.

Para presionar a las autoridades rusas, Greenpeace organizó ayer una protesta en barcas.