Se nos fue Eugenia, el 8 de este enero tan frío como no recordábamos de otros inviernos; Eugenia, con ese pelo blanquísimo, como la nieve que vimos caer después de muchos años.

Eugenia, tenía recién cumplidos los noventa años pero la primavera permanecía intacta en su corazón: una curiosidad casi de adolescente por las cosas que iban pasando- Podías hablar con ella de cualquier tema actual, estaba al tanto de todo; por ejemplo: me decía sobre el ;presidente Obama, "conoció a su esposa en la universidad". Ella acuñaba con cariño el término esposo --"mi esposo"--, decía frecuentemente. Eugenia era la persona más tolerante que he conocido, la más respetuosa con todo el mundo. ¿Cómo puedes ser tan permisiva, Eugenia-? Y me decía que todas las cosas tienen su porqué y jamás le escuché un comentario malévolo de nadie. Mi querida Eugenia, que sabía hablar con los jóvenes y hasta con los niños de una forma clara y diáfana; "siempre hay un motivo importante para la esperanza".

Ha caído después de muchos años una copiosa nevada en nuestro Cáceres; creo firmemente que ese regalo nos lo ha enviado ella; alguien que la apreciaba mucho me decía que era una pena que no llegase a ver la nieve- ¿Cómo-? Si nos la ha mandado ella, le contestaba yo. Te recuerdo, querida amiga, sentada a la camilla que tenías en tu gran cocina, ¿dónde está Eugenia-? No la podías encontrar en las salitas de su casa; hacía de la cocina su sala de recibir y no precisamente sentada, sino afanosa trabajando entre los pucheros. Llegabas y ya estaba poniendo cosas exquisitas encima de la mesa. Querida Eugenia, que tuvo la oportunidad de despedirse de sus hijas en positivo --como era ella--; "no os apenéis, he vivido largos años con mucha felicidad-". Ella valoraba los pequeños detalles, el cariño que le dabas te lo devolvía con creces. Ya no podré decirle los domingos por la tarde a mi hijo: "me voy a casa de Eugenia". Me conformo con pensar que la tenemos cerca, que ella no nos dejará nunca.

Eugenia: gracias por la nieve-, que pintó Cáceres de felicitación navideña; y sobretodo, gracias por tu cariño, que envolvía a los míos y a mí, como una capa protectora.

"Al atarceder de la vida, te examinarán del amor-". Tú, Eugenia, ¡has sacado sobresaliente! Y gracias por acuñar esa frase: "siempre hay un motivo importante para la esperanza".

Marisol Rodríguez Pérez

(Locutora de RNE)