TEtn un ejercicio de expansión comercial, hasta los delincuentes más casposos empiezan a sumarse a las nuevas --o no tan nuevas-- tecnologías. Valga como ejemplo el caso de Luis Fierro , un ganadero mexicano de 65 años que ha sido exhibido a la fuerza, a pecho descubierto y lleno de magulladuras, en dos vídeos de Youtube. Este es el formato que sus secuestradores han elegido para advertir a los amigos y familiares de la víctima de que deben pagar cierta cantidad económica si quieren recuperarlo vivo. En el segundo vídeo nos enteramos de que los hijos del secuestrado "lo han abandonado", o sea que no pagan un céntimo por él, no sabemos si porque no les gustó la dirección artística del vídeo o porque no les gusta su padre.

Al leer la noticia en la prensa me detuve a pensar cuál es el papel que desempeña Youtube en este suceso, si es el suyo un gesto humanitario destinado a salvar la vida del rehén o si por el contrario colabora en el delito. (Me decanto por lo segundo). Debería abrirse una vez más un debate sobre la posible ilegalidad de subir determinados vídeos al famoso portal de Internet, donde al paso que vamos podremos ver desde un inocente videoclip musical o aquel gol de Zarra en el Mundial del 50 hasta una cruel ablación de clítoris.

Mientras se regula legalmente el asunto, creo que esta mezcla de cine amateur y matonismo solo puede beneficiar a los delincuentes y a usuarios patológicamente morbosos, esos tipos sin escrúpulos que se afilan la dentadura ante la posibilidad de que Youtube les ofrezca imágenes de cine gore magistralmente interpretadas por sufridos y anónimos actores. Ver para creer.