Rémy Salvat ha logrado con su muerte lo que no había conseguido con su carta. Tras recibir una respuesta negativa del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, a su petición de eutanasia, el joven, que llevaba 17 de sus 23 años enfermo de una rara dolencia degenerativa que le conducía hacia la incapacidad total, entró el domingo pasado en su habitación de Valmondois --al norte de París-- y tomó una sobredosis de medicamentos que acabó con su vida. En un mensaje a sus padres, que le apoyaban en su lucha para morir, Salvat dejó dicho que pretendía que hubiera "un verdadero debate sobre la eutanasia y el suicidio". Lo ha logrado: tras el caso de Chantal Sébire, la mujer que tenía un tumor incurable y que falleció en marzo tras ingerir barbitúricos, el suyo ha vuelto a prender la mecha de la discusión sobre el derecho a una muerte digna.

Hace dos meses y medio, cuando ya había perdido la capacidad de caminar, Salvat le envió una misiva al presidente francés. "Pido que se me permita morir para liberarme de mis sufrimientos --escribió el joven--. Sé que en Francia no hay ley que permita practicar la eutanasia. ... Es necesario que la ley cambie. El problema es que usted, señor Sarkozy, no quiere oír hablar del asunto. Yo le pido que deje de lado su convicción personal y no haga oídos sordos. Usted puede, si es usted el presidente de todos los franceses".

La respuesta del mandatario tardó más de dos meses en llegar. "Por razones filosóficas personales, creo que no nos corresponde, que no tenemos derecho, a interrumpir voluntariamente la vida --escribió Sarkozy en una misiva que Salvat recibió el 6 de agosto--. Quisiera primar el diálogo entre el enfermo, el médico y la familia para que se encuentre la solución más adecuada a cada situación".

Cuatro días después de leer la carta, el joven, en una decisión que según sus padres estaba muy meditada, optó por el suicidio. "Rémy nos decía: ´Mientras pueda andar viviré´. Pero desde hacía varios meses ya no podía utilizar las piernas", declaró su padre, Jean-Pierre Salvat. "En el mensaje que nos dejó grabado --recordó Régine Salvat Le Monde --, nos pedía que continuáramos con su lucha para que exista un verdadero debate público para que otras personas no pasen por lo que él pasó".