THtay días en los que la vida te duele. Hoy es uno de esos días para mí. Me duele tener que leer en la prensa que el hospital La Paz de Madrid ha vuelto a negarle al pequeño Fabio un trasplante de riñón. Me hace daño pensar que la razón pueda ser su discapacidad. Me jode que todo esto le tenga que pasar a un niño. Me fastidia que la vida de alguien se decida en función de no sé qué parámetros y reglas. Y también me cuesta mucho atender a razones médicas, qué le voy a hacer. Una vez le preguntaron a san Agustín qué era lo que hacía Dios antes de que crear el Universo y san Agustín respondió que el tiempo era una propiedad del Universo que Dios había creado y que, por tanto, el tiempo no existía antes del principio del Universo. Total, que el que preguntó se quedó igual. Yo defino eso como una respuesta tapón, que sirve para que no te sigan preguntando. A mí, si hoy alguien me preguntara qué hace Dios, respondería que probablemente hace tapones. Tapones para que no sigamos preguntándonos ciertas cosas.

Desde hace varios meses mi casa está llena de tapones de plástico. Los recogemos para entregarlos a una asociación que los vende a una empresa de reciclaje y con el dinero obtenido adquiere sillas de ruedas. Por una tonelada de tapones consiguen 5.000 euros y en el tiempo que llevan funcionando ya han podido comprar 20 sillas de ruedas. Nunca tantos tapones sirvieron para abrir tantas barreras.

Pero hoy, con lo de Fabio, me jode saber que existen tapones que no se pueden desenroscar. Y me pregunto por qué, pero sólo obtengo respuestas tapón. Y me duele. ¿Qué hace Dios cuando no hace tapones?