TTtengan cuidado si un día se desvelan y se quedan a solas delante del televisor. Recuerden que en la película Poltergeist , una niña era abducida por la pantalla entre sonidos siniestros. Sin llegar a esos extremos, nuestra mente puede quedar seriamente dañada por al programación que se emite a esas horas inciertas, que van desde las tres a las siete de la mañana. Antes están acabando las películas que empezaron a las diez (ay, esos anuncios), y luego comenzarán los telediarios con su carga de noticias poco amables. Pero a partir de las tres todo cambia. Es la hora mágica de las teletiendas. Aquí está todo lo que una persona puede querer, y además vendido con una retórica que ya quisieran algunos en campaña electoral. La descripción de las joyas deja al autor de Las Mil y una Noches a la altura del betún, y la exhibición de las habilidades de un cortapatatas hace risible la elocuencia de Arguiñano . Donde de verdad se recrean es en la venta de productos y aparatos milagrosos para adelgazar. Jóvenes rubios sin ningún problema de peso, y embutidos en sugerentes mallas, son los encargados de mostrar las ventajas. Hay de todo: plantillas adelgazantes, aparatos de vibración, cinturones, máquinas de abdominales con resultados espectaculares, con tecnología de la Nasa, con fibra de carbono de alta competición y con algas del Mar Muerto. Y mientras la chica siliconada y el joven hormonado me miran con sonrisa de cartón mientras se dejan la piel en una máquina de tortura, fingiendo que se lo pasan divinamente, me entra un miedo horrible. Si nuestros políticos aprenden a mentir tan bien como estos, estamos perdidos.