Se cerró la feria placentina con una corrida de El Torreón, propiedad del matador de toros colombiano César Rincón. Tuvo la virtud de la presentación, correcta pero sin exageraciones. Hubo algunos toros con más cuello, lo que les facilita humillar, pero en general la corrida, aunque noble salvo el bronco sexto, acusó una general falta de raza, o lo que es lo mismo, ausencia de bravura. Fue un encierro, por tanto, que dejó estar pero sin emocionar.

El triunfador del festejo fue Antonio Ferrera, que dio cuenta de su madurez para entender y hacer ir a más a los toros, con un toreo que ayer llegó mucho al tendido en los tres tercios.

Su primero era un toro hecho cuesta arriba y vareado por atrás, al que recibió Ferrera a la verónica meciéndose con el toro y ganándole terreno hacia los medios. Fueron lances buenos y vibrantes, porque de salida el animal embestía con codicia. Fue muy mal picado, con un puyazo muy trasero.

Confirmó su buena condición en el quite, también a la verónica, y el tercio de banderillas fue de menos a más, con dos pares muy personales de este diestro: el segundo con un recorte en los medios para cuartear en corto, y el tercero por dentro arriesgando mucho.

En la muleta fue un toro muy noble pero le faltó transmisión y rebosarse en el engaño. Fue esa una faena de conocimiento en función de las condiciones del animal, primero a media altura, con tiempo entre las series. Pase a pase, el toreo en redondo brotó con limpieza hasta que, al torear al natural, el astado perdió gas.

Al final, en corto y de uno en uno fue exprimiendo al de El Torreón, con las manoletinas finales y una gran estocada que le supusieron dos orejas.

El quinto fue un burel que tomó bien el capote de Ferrera. Bien picado porque fue delantero el puyazo, le cuajó el extremeño un tercio muy exigente del cuatro pares en la tónica de espectacularidad de este torero.

UN TORO BLANDENGUE

Fue ese un toro blando al que el torero fue llevándolo sin obligarlo en lo que fue un trasteo muy largo en el que primó la limpieza de los muletazos, que lo fueron a media altura. Se encontraba a gusto Ferrera y exprimió al animal en la corta distancia. Con otras dos orejas, completó su triunfo el del Villafranco del Guadiana.

El Fundi, sin salir a hombros, también estuvo bien. Sorteó en primer lugar un toro un punto cariavacado y alto de agujas. Se quedaba corto en el capote y poco prometía, pero el mérito del torero fue ir puliéndole los defectos.

Fueron muchas las series en redondo por el pitón derecho, con firmeza en los toques para después tratar de prolongar la embestida, pues por el izquierdo el animal su embestida resultaba descompuesta. No es que dijera mucho el toreo de El Fundi, quien abusó de ese ligar los pases de pecho.

El cuarto fue manso y deslucido, pues iba y venía sin emplearse. Salía del muletazo con la cara alta y volteó al torero con mal estilo. Porfió El Fundi en la corta distancia y, tras una buena estocada a la segunda entrada, paseó un trofeo.

No fue bueno el lote de Jairo Miguel. Su primero era manso de solemnidad y tuvo una lidia muy desordenada. Se mostró voluntarioso en la faena el joven torero pero faltó ajuste en las series, que al final lo fueron en la querencia del animal.

UN SEXTO MUY BRUTO

El sexto ya de salida fue muy bruto en el capote de un decidido Jairo Miguel. El quite fue por ajustadas chicuelinas pero en el último tercio confirmó el toro lo que ya apuntaba: tenía genio y resultaba áspero. Era demasiado para un torero aún por hacer y abrevió el cacereño, lo que no entendió el público, que le abroncó.