Tener la regla sale caro. Un paquete de compresas cuesta en torno a tres euros y el de tampones, alrededor de cuatro. Y, aunque depende siempre de la marca y del número de unidades que contenga cada paquete, las mujeres coinciden en que menstruar (una vez cada 28 días) no es precisamente barato. La situación se vuelve aún más complicada en el caso de aquellas mujeres que viven en situación de pobreza, aquellas que no llegan a final de mes y han de recurrir a los servicios sociales. La copa menstrual, defendida por muchas mujeres (cada vez más) como la alternativa más económica y ecológica, se presenta como una posible solución en los casos más urgentes.

"No solo es más saludable: la copa menstrual es también la mejor opción para la gente sin recursos", defiende Susana Fernández, fundadora de la plataforma social Citycise, que hace dos años creó en España #HappyPeriodMovement. Este movimiento que aboga por una "regla feliz" trata de concienciar de la importancia de donar productos higiénicos femeninos a los centros, albergues y organizaciones sociales que trabajan con mujeres en riesgo de exclusión social. Inspirado en iniciativas similares en otros países, #HappyPeriodMovement busca ayudar a aquellas mujeres que viven en la calle y que tienen dificultades para pagarse el jabón íntimo, las compresas y los tampones que necesitan cada vez que menstrúan.

La promotora del movimiento conoce casos delicados. "Hay mujeres sin recursos que se meten en los McDonald's, cogen servilletas y las usan como compresas", relata Fernández. En el 2016, 25 mujeres del centro Llar de Pau, en Gràcia, fueron las primeras beneficiarias de este proyecto: se les regaló a cada una de ellas una copa menstrual. "En su día contactamos con oenegés como Càritas Catalunya y marcas de productos femeninos para que apoyaran el movimiento pero no tuvimos mucho éxito", añade con cierta decepción, pues lamenta que en España algunas oenegés y marcas "no estén abiertas a iniciativas sociales más innovadoras".

Las defensoras de la copa menstrual alegan que es más barata que compresas y tampones (cuesta unos 30 euros y dura hasta 10 años) y más ecológica (está hecha de silicona y es reutilizable en cada período, ya que recoge, y no absorbe, el flujo menstrual). Hace años en España las copas menstruales solo las vendían las tiendas de productos naturales, pero ahora se pueden conseguir también en la mayoría de farmacias y en internet.

"UNA OPCIÓN MÁS"

"Ni es recomendable ni no recomendable. Es, simplemente, una opción más", cuenta Francesc Carmona, jefe del servicio de Ginecología del Hospital Clínic de Barcelona. "Es una cuestión de gustos. Algunas mujeres la prefieren porque es más cómoda, ya que se adapta a tamaños y formas. No es menos higiénica que un tampón o una compresa", añade. Y certifica que, al ser reutilizable, sale más barata. "Las compresas y tampones son unos de los productos que suelen aparecer en las listas de necesidades que las mujeres entregan a las oenegés", dice Carmona.

Existen, además, iniciativas a nivel internacional. Algunas entidades han comenzado ya a realizar proyectos para promover el uso de copas menstruales en África, donde las pocas condiciones higiénicas y la economía son algunas de las causas por las cuales las mujeres no pueden tener una menstruación digna. Muchas niñas y mujeres de estos países no pueden disponer de los productos necesarios porque son costosos y limitados. Además, la falta de recursos las lleva a usar cualquier material, exponiéndose así todo tipo de bacterias e infecciones.

Es el caso de Jatakendeya, una oenegé española formada por profesionales de la salud que, en el 2016 y en colaboración con la marca Intimina, repartió 200 copas menstruales entre la población. Este proyecto educativo dirigido a adolescentes se llamó '1 mujer, 1 copa, 10 años de higiene'. En la actualidad, la iniciativa The Lily Cup Project prevé repartir en Sudáfrica 4.000 copas menstruales.

"Son la opción más recomendable para mujeres con pocos recursos", asegura también Montse Alcalde, ginecóloga de la clínica Giah, en Girona. "Basta lavarlas con agua y jabón. No hace falta esterilizarla y no tienen ningún riesgo para la salud. Además, están hechas de un material inerte que no produce alergias ni alteraciones", concluye.