Los vecinos de Valencia de Alcántara viven días de particular inquietud y es que Arlindo Luis Carbalho Corbero, de 51 años, conocido como el violador de Pirámides y condenado a 514 años de cárcel como autor de una treintena de violaciones ha quedado en libertad tras cumplir 20 años en prisión y se ha instalado en Valencia de Alcántara. Carbalho Corbero, el vecino del que todos hablan, lleva cuatro días en libertad y se ha traslado a vivir a Extremadura. Al parecer, según informa el alcalde de Valencia de Alcántara, en Cáceres, Alberto Piris, vive con su madre, que es residente de la localidad cacereña y donde él pasó su infancia.

Piris reconoce que la población está inquieta y que algunos vecinos ya se lo han hecho saber. Sin embargo, aduce que el exconvicto ha cumplido su condena y tiene el derecho a residir donde desee. Esta decisión del ya excarcelado inquieta entre la población extremeña, que desconoce si se encuentra de visita o pretende quedarse a vivir en la localidad.

Nacido en Portugal aunque de nacionalidad española, Arlindo abandonó la prisión el fin de semana pasado, han añadido las mismas fuentes. Casado y con dos hijos, fue detenido en enero de 1997 tras mantener en jaque a la policía desde principios de los años 90. La colaboración de un ciudadano fue providencial para su arresto, según declararon en el juicio los policías que participaron en el caso, a quienes el acusado les dijo: «Ya era hora de que me detuvierais». Todas las víctimas fueron mujeres, siempre diferentes, a las que seguía tras haber terminado su jornada laboral como instalador de gas a domicilio, en unos hechos que se desarrollaron en un largo periodo de tiempo: ocho años, desde 1988 cuando tenía 23 años, hasta 1996.

La sentencia del Tribunal Supremo, que confirmó en 2001 la condena que ya le había impuesto un año antes la Audiencia Provincial de Madrid, señalaba que el violador de Pirámides solo podía estar por esta causa «un máximo de veinte años de prisión». El «comportamiento sexual compulsivo» de Arlindo (uno de los mayores violadores en serie de la reciente historia de Madrid) no le convertía en un enfermo mental incapaz de distinguir entre el bien y el mal, según la sentencia.

El violador atacaba a sus víctimas entre las ocho de la tarde y las once de la noche los días de diario, y entre las tres y las seis de la tarde los fines de semana.En muchas ocasiones atacaba a las mujeres poco antes de ir a buscar a su esposa a la salida del trabajo, en la glorieta madrileña de Pirámides, una zona en la que actuó insistentemente y que le valió que se le conociera como el violador de Pirámides.