Nada en el horario escolar que este curso seguirán Clara, Marcel y sus compañeros de quinto de primaria denota que son la primera promoción de la nueva ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, la controvertida LOMCE del ministro José Ignacio Wert. Como sus hermanos mayores --que hicieron quinto con la anterior ley, la LOE--, harán este año Música (los viernes por la tarde), Plástica (los martes, también por la tarde) y Conocimiento del Medio (cuatro días a la semana, siempre después del recreo de media mañana), tres de las materias que hubieran resultado damnificadas de haberse aplicado la ley Wert al pie de la letra.

Pero como ellos, los miles de estudiantes catalanes de Cataluña. Andalucía, Canarias, Euskadi y Asturias también evitarán en lo posible aplicar la ley. "Le daremos una vuelta y la esquivaremos", afirmó la consejera catalana Rigau antes de remarcar que el resultado es una escuela que queda lejos de las intenciones de quienes querían que este año la educación de toda España funcionara de forma homogénea.

Wert aprovechó ayer una comparecencia pública para dirigir una advertencia explícita a la Generalitat y a las demás autonomías discrepantes (las no gobernadas por el PP): no tolerará de ninguna forma que se retrase la aplicación de su reforma educativa y enviará a la Alta Inspección Educativa --dependiente del Estado-- para verificar si se cumple o no en las escuelas. Argumentó que hasta que los jueces del Constitucional --a quienes la Generalitat ha presentado un recurso-- no se pronuncien, la legislación sigue vigente, y por lo tanto las autonomías tienen la obligación de aplicarla de inmediato. Menos mordiente que en anteriores ocasiones, Wert prefirió ayer basar sus argumentos en el pilar de la legalidad y evitó a toda costa que la polarización entre Moncloa y Generalitat por la cuestión catalana impregne las aulas.