Aquel 16 de octubre de 1978, terminado el cónclave en que fue elegido papa el cardenal polaco Karol Josef Wojtyla (Wadowice, 18-5-1920), uno de los grandes protagonistas de la reunión, el español Vicente Enrique y Tarancón, confesó con su proverbial sencillez: "Dios nos ha obligado a romper con la historia para elegir a Wojtyla". Ciertamente, la historia había sido hecha añicos en muchos de sus detalles. Se convertía en el primer papa eslavo de la cristiandad y el primero no italiano después de 455 años. Además, en los últimos 130, desde Pío IX, no había habido otro más joven.

No italiano, por favor

Tarancón sabía muy bien lo que decía, porque no en vano en el cónclave había predominado sin apenas oposición la idea de que la Iglesia necesitaba un papa no italiano, dada la situación política que atravesaba el país transalpino con escándalos financieros de gran magnitud, protagonizados por la misteriosa logia masónica P-2, que habían salpicado a las esferas gubernamentales. Uno de los cardenales presentes que apostó por Wojtyla desde el principio, el austriaco Franz König, apoyó esta argumentación desvelando que, antes del cónclave, había recibido cartas anónimas desde Italia que le pedían "por favor" un papa extranjero. Con 94 votos a favor y 17 en contra, Wojtyla, arzobispo de Cracovia, resultó catapultado al trono de la Santa Sede como el 264º pontífice desde el apóstol Pedro.

Hijo de un exsuboficial del Ejército polaco, Wojtyla perdió a su madre a los 9 años, a su hermano mayor a los 12 e incluso no llegó a conocer a su única hermana por culpa de un parto frustrado. Para colmo de desgracias, el padre también falleció cuando el joven Wojtyla apenas contaba 21 años. "Nunca me sentí tan solo en mi vida", le diría muchos años después al periodista y biógrafo Tad Szulc. Otro se habría hundido para siempre, sobre todo porque el asfixiante entorno que vivía con la ocupación nazi de su país agravaba más la situación. Fue siniestramente fichado por la Gestapo, la policía secreta de Hitler, y en la resistencia colaboró salvando familias judías. En 1938, se matriculó en la Universidad Jagellonica de Cracovia como estudiante de Filología. A mitad de carrera, hubo de simultanear las clases nocturnas con el trabajo en la factoría Solvay de productos químicos.

Una fábrica seminario

En ésas estaba cuando decidió ser cura e iniciar los estudios de Teología en un seminario clandestino. "Mi seminario en realidad fue la fábrica", resumió muchos años después el primer papa obrero de la historia. La meteórica carrera eclesiástica de Wojtyla empezó con su ordenación sacerdotal el 1 de noviembre de 1946 en la capilla privada del cardenal Adam Stefan Sapieha, circunstancia obligada por la persecución estalinista a la que estaba sometida Polonia. Tras estudiar en Roma en el Ateneo Angellicum de los dominicos (allí sin duda se rearmó doctrinalmente con las teorías conservadoras de santo Tomás), volvió a Polonia en 1948. Le esperaba su primer destino pastoral como coadjutor de la parroquia de Niegowic, cerca de Cracovia, en donde, nada más llegar, se arrodilló y besó el suelo en un gesto inspi-

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