TNtací en el hospital 18 de julio de Cáceres e inmediatamente me bautizaron. A los nueve años comulgué por primera vez en la iglesia de San Pedro de Alcántara y más tarde me casé en la ermita de la Virgen de la Montaña. Es decir, soy cristiano. Como tal, oigo a diferentes obispos hablando de persecuciones a los cristianos. Por ello, cada mañana, cuando salgo de casa, miro a derecha e izquierda con el temor de encontrarme a algún esbirro de Zapatero Diocleciano dispuesto a crucificarme. Pero lo cierto es que nadie me persigue ni me acosa. Llego después al trabajo y me encuentro a mis amigos profesores de Religión impartiendo tranquilamente sus clases. Es más, me informo y los poncios socialistas no van a eliminar esta asignatura.

Acudo por la tarde a visitar al hospital a un pariente enfermo y, como me guío por lo que dicen algunos obispos, temo encontrármelo muerto por haberle aplicado la eutanasia que propone Zapatero Diocleciano. Pero vuelvo a leer programas y ningún socialista malvado ha propuesto ni tan siquiera que se estudie su posible implantación. También temo que me obliguen a casarme con un gay, pero me aclaran que no es eso, que simplemente van a permitir a los homosexuales casarse con sus parejas si ellos o ellas quieren. En resumen, no sucede ninguna de las calamidades que anuncian mis pastores con lo que no sé si ellos me engañan a sabiendas, si están equivocados sin saberlo o si sólo le están haciendo el juego sucio al PP e intentan convertir a Zapatero en Diocleciano... El mi pobre.