Zaragoza inició ayer con optimismo y los deberes bien hechos la cuenta atrás de su Expo 2008 Agua y el desarrollo sostenible. A los dos años exactos de su inauguración, abrió las puertas de su primer pabellón, un prototipo de lo que será la muestra, y arrió las banderas de los 31 países que por el momento han comprometido por escrito su presencia. Queda aún mucho por hacer, pero el compromiso es firme y hay consenso en las fuerzas políticas para llevarlo a cabo, como destacó el presidente autonómico, Marcelino Iglesias.

El denominado Centro de Visitantes es un pequeño edificio rectangular que acogerá desde mañana a zaragozanos, turistas y curiosos que deseen saber como va a ser la muestra a través de un preciosista audiovisual y una habitación donde se pueden experimentar sensaciones como la lluvia o el frío. En sí mismo no parece gran cosa, pero es un indicador de que va en serio. Ninguna otra exposición había levantado un minipabellón para enseñar como va a ser cuando se abran sus puertas.

En el momento de iniciar la cuenta atrás, los rectores de la Expo parecen tener ya muy claro lo que quieren que sea y lo que no desean bajo ningún concepto. "Será un lugar para el debate sobre el agua que aporte soluciones venidas de todo el mundo" y no una excusa más para la polémica --trasvases sí o no-- que aún divide a España, explicó el comisario, Emilio Fernández Castaño.

El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, dejó muy claro que el debate "no puede ser provinciano, regional o nacional". "La Expo es el gran acontecimiento a nivel mundial y no podemos perder jamás esa perspectiva".