Meteórico carrerón el de Aida. Después del extraordinario combate de lucha libre sobre barro contra la embarazada de ocho meses María José Galera, el jueves la vimos partir hacia México capital.

Parece ser que allí, en la jaula de la ratomaquia azteca, tiene firmadas varias peleas que prometen una barbaridad, y Merceditas Milá, desde su plató de Madrid (en la cadena Tele 5), nos enseñó el glorioso aterrizaje de Aida en el distrito federal.

Allí le preguntaron: "¿Cómo fue que, siendo usted tan estupenda, la votaron?". Y ella contestó: "Porque Dios hizo de intermediario y los españoles me querían ver fuera". ¡Ah!, por primera vez en la historia de la música mexicana los mariachis cambiaron las rancheras por el canto gregoriano.

Suenan, no obstante, otras músicas acerca de por qué Aida se ha ido a viaje tan lejano. Merceditas calló en su programa porque cuando quiere está más sorda que una tapia, pero a Sard le pillamos esa frase, "Tú no te vas, Aida, te van ", que es muy diáfana.

En el lenguaje marciano quiere decir que no es que la muchacha se marche por propia voluntad, es que la alejan, la echan, le mandan que salga disparada para evitar que algún político --quién sabe, quizá zamorano-- acabe pringado en esta mala versión, zarzuelera a tope, de la Aida verdiana.

Excitación en Asturias --. De los gloriosos Premios Príncipe de Asturias que se dieron ayer en Oviedo nos quedamos con una historia, un relato corto, que nos contó el jueves la presentadora del Telediario-1 , Leticia Ortiz, desde la capital asturiana.

Dijo que el editor del The New York Times le había dicho a Graciano García, presidente de la fundación que otorga los premios: "Graciano, parece que los Premios Príncipe de Asturias están comenzando a borrar la huella de los Nobel". Y Graciano contestó: "Los milagros existen". Sí, señor. Y si encima ese día llueve, tienen más mérito.