Para evitar sorpresas y problemas de voz, como ocurrió, por ejemplo, con el caso de Rosa (en el primer programa), Ainhoa y Joan Tena (en el segundo), los aspirantes han sido sometidos a un exhaustivo control de fonometría.

Los datos, según los responsables del programa, son más que elocuentes: de los 85 últimos seleccionados para el nuevo concurso, alrededor de un 40% tenían problemas en las cuerdas vocales, en algunos casos suficientemente graves para frenar sus aspiraciones en el mundo de la canción.

Sin mencionar este hecho, Nina recusó, el viernes, cuando presentó las características del concurso, las críticas sobre el esfuerzo a que someten a los aspirantes.