--Está en Amar... desde el primer capítulo y la serie ya ha superado los 1.100. Parece que los del bar El Asturiano son unos auténticos supervivientes, tanto en los 50 como ahora.--Sí, sobre todo en los tiempos de crisis que vivimos y en nuestra profesión, tan insegura. Enganchar un trabajo de cinco años, y otro más que vamos a hacer, es muy difícil y depende de muchos factores, a veces ajenos a ti. Los de El Asturiano llevamos tanto tiempo juntos que paso más tiempo con Itziar (Manolita, su mujer en la serie) que con cualquier novia que me eche.

--¿Interpretar tanto tiempo a un mismo personaje no es contraproducente para un actor?--Yo creo que la gente puede encasillarte solo hasta que te dan otra cosa y te ven en otro papel. Ahora estoy preparando un proyecto teatral junto a otros compañeros de la serie y el personaje va a ser muy opuesto a Marcelino. A veces las carreras se hacen diciendo que no a ciertos papeles. Si me dieran a otro Marcelino le aseguro que lo rechazaría.

--¿Tiene ganas de interpretar un papel de malo?--Por supuesto. Los malos son muy divertidos.

--Así, ¿tiene usted más mala leche que Marcelino?--Sí. Pero es que cualquiera tiene más mala leche que él. Yo soy tranquilo, pero cuando exploto, exploto. Será porque no suelo explotar mucho.

--En El Asturiano se habrá aficionado a la cocina...--Más que cocinar, me gusta comer, y una cosa lleva a la otra. Tanto Itziar como yo somos bastante cocinillas. Así que hemos pensado: ¿Por qué no preparamos un libro de los platos que se hacían en esos tiempos? De recetas de siempre, de cuchara, de lentejas con chorizo. Esperamos que salga para octubre.

--Una pareja con caracteres tan distintos como Marcelino y Manolita, ¿seguiría junta hoy en día o se habría divorciado ya?--Entonces, como no existía el divorcio, nos ahorrábamos la duda (ríe). Yo creo que seguirían juntos porque, aunque Manolita le mete mucha caña, se quieren mucho. En los momentos clave, siempre cuenta con su marido.

--¿Contó con la ayuda de sus familiares para preparar la interpretación de este personaje de la posguerra?--Me documenté bastante y pregunté mucho a mis padres sobre la vida de mis abuelos. Luego me he encontrado a mucha gente mayor por la calle que me paraba y yo aprovechaba para que me contaran su historia. Hubo un homenaje a represaliados en el que conocí a personas muy interesantes que me explicaron casos alucinantes.

--¿Hay entonces cosecha propia en los diálogos de la serie?--¡En El Asturiano improvisamos muchísimo! Como usamos un tono más de comedia tenemos más libertad para ello. José Antonio (Pelayo en la serie) cambia muchas cosas. Todas esas palabras raras que dice son creación suya. Solemos modificar bastante el diálogo, siempre respetando a los guionistas, porque es una serie diaria y tampoco te da tiempo a llevarte todo el texto aprendido de forma literal.

--Tendrá muchas anécdotas...--Recuerdo una muy graciosa con Pilar Bardem. Su personaje, Elpidia, tenía que llevar un cesto y, cuando se dio cuenta de que no parecía de época, paró el rodaje y fue a su casa a buscar otro. Eso demuestra lo metódica y exigente que es en su trabajo, algo que es muy loable.TVE-1 / 16.15