En los centros educativos no solo sobreviven situaciones de discriminación por razón de sexo. También aparecen otras conductas que cada vez preocupan más a la comunidad educativa y que también analiza en su informe el sociológico Fernando González Pozuelo: es el acoso escolar o, según su popularizada expresión en inglés, bullying .

De acuerdo con las encuestas hechas por este catedrático de la Universidad de Extremadura, existe una horquilla de entre el 5 y el 10% de los estudiantes extremeños que reconoce sufrir habitualmente o con cierta asiduidad amenazas de sus propios compañeros, para meterles miedo o para conseguir que hagan algo que no quieren realizar. Es más, uno de cada 100 adolescentes admite incluso haber sido coaccionado con algún arma.

Pero no es el único mecanismo de acoso que sufren los escolares de la comunidad. Un porcentaje similar admite ser agredido físicamente con cierta asiduidad, hasta un 5% denuncia robos casi sistemáticos y más de un tercio de ellos reconoce ser víctimas de insultos y burla continuamente. Y a esto hay que sumar otros comportamientos como el rechazo --lo sufren en torno al 15%-- o ser objeto de motes --35%--.

El último informe Cisneros X: Violencia y Acoso Escolar en España , realizado en el 2007 por el Instituto de Innovación Educativa y la Universidad de Alcalá de Henares, estimaba que uno de cada cinco alumnos extremeños sufre bullying --es decir, unos 37.000 estudiantes--.

Según González Pozuelo, el perfil del agresor en estos casos es mucho más claro que el de la víctima: "Rara vez es un alumno académicamente brillante. Más bien suele estar en el grupo de los que no obtienen buenos resultados". Y agrega: "Muchas veces abusones y maltratadores son chicos que han sufrido problemas de malos tratos por parte de adultos, abandono, crueldad o directamente abuso de personas cercanas a su vida familiar". E incluso destaca que aquellos que han sido víctimas pueden terminar convirtiéndose en agresores. Por eso, el catedrático de la Uex aboga por ayudar a unos y a otros: "La intervención para abordar los problemas de violencia en los centros educativos no debe estar dirigida exclusivamente a las víctimas, sino también a los agresores, porque todos están implicados y todos sufren consecuencias negativas". Así, explica que los violentos crecen creyento que gozan de impunidad ante hechos inmorales; las víctimas ven afectado el desarrollo de su personalidad; y el resto terminan aceptando como normal un clima de temor e injusticia.