"He tenido rizada la cabellera negra, rubia, castaña... Creo que esta cosa que se llama cabello sirve para teñírselo, ponerlo de distintos colores y ser divertido en la vida". Puede parecer una declaración intrascendente, pero demuestra un modo de entender la existencia en el que pasar inadvertido no es una opción. Leonor Flores, madre de dos hijas, es una apasionada de todo lo que hace, especialmente la política, que no deja indiferente. Aunque suene a tópico, sus seguidores la adoran y sus detractores son implacables.

Hija de un guardia civil, en la misma entrevista donde hablaba sin complejos de sus cambios de peinado, publicada en este diario el 11 de mayo del 2008, cuenta que tenía que esconder la propaganda política --fue miembro de la Joven Guardia Roja en 1975 y del Sindicato Unitario y, posteriormente, de Comisiones Obreras-- debajo del colchón, siendo incluso detenida por su actividad en este ámbito.

En el campo político formó parte de las filas de Izquierda Unida (IU) siendo edil del ayuntamiento cacereño en 1995. Tras cuatro años al frente de la Consejería de Bienestar Social, Flores fue una de las pocas caras que Guillermo Fernández Vara mantuvo en el Consejo de Gobierno al ocupar la Presidencia en el 2007, encomendándole la cartera de Cultura y Turismo.

Para muchos, es entonces cuando alcanza el punto álgido de su trayectoria política ya que, aunque el área de Bienestar Social está vinculada a su formación como enfermera, en su nuevo departamento ha podido aunar dos de sus pasiones: la cultura y Cáceres. Esto le ha llevado a poner la capitalidad europea en su punto de mira y es, sin duda, su gran proyecto, lo que le ha provocado cierta rivalidad con la alcaldesa cacereña, su compañera de partido Carmen Heras.

Vinculadas a Cáceres 2016 están sus grandes iniciativas, como Play Cáceres (que después tuvo que reinventar por la crisis, adaptándolo para apoyar a los grupos extremeños de música y teatro) o el Womad.

Pese a ser gran amante del festival --como de los conciertos en general, donde no es extraño verla de la mano de su actual marido (se divorció del primero), el expresidente de la Asamblea Federico Suárez--, no le tembló el pulso para exigir más calidad hasta el punto de amagar con montar un festival alternativo. No hizo falta, pero facilitó el Play Cáceres por si acaso. Querida, criticada. Siempre apasionada y nunca desapercibida.