Irak aceptó ayer la última de las exigencias de los inspectores de desarme que le faltaba por cumplir. A primera hora de la tarde, el presidente iraquí, Sadam Husein, emitió un decreto presidencial por el que "se prohíbe a cualquier ciudadano o empresa iraquí la importación de todo tipo de elementos o materiales susceptibles de ser empleados en la fabricación de armamento de destrucción masiva, ya sea nuclear, químico o bacteriológico".

Según el texto de ese decreto, la medida "es de aplicación inmediata" y, aunque no las precisa, establece "graves sanciones" para quienes la violen.

La promulgación de esta ley, la autorización de los vuelos de inspección de los aviones espía U-2 y el permiso para que los inspectores entrevistaran en privado a científicos iraquís eran las tres principales exigencias de los inspectores de la misión de la ONU.

De hecho, las reticencias de Sadam Husein a aceptar estas tres peticiones habían sido destacadas por EEUU como la prueba de que Irak no estaba cooperando con la ONU. Los jefes de los inspectores, Hans Blix y Mohamed el Baradei, se hicieron eco de la decisión del Gobierno iraquí ayer mismo, al presentar su informe al Consejo de Seguridad de la ONU.

REUNION EN EL VATICANO

Juan Pablo II insistió ayer ante el viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, en que Irak "debe respetar fielmente, con compromisos concretos, las resoluciones de la ONU, garante de la legalidad internacional". Aziz, por su parte, advirtió de que "la participación de los países cristianos en una guerra de agresión contra Irak sería interpretado como una cruzada contra los árabes y el islam".