Ser guardia civil supone "una merma en la libertad de comportamientos, movimientos y otros derechos". Además, tienen turnos que acarrean "una enorme dificultad en la planificación de la vida privada", un trabajo a veces "rutinario y penoso" y es posible que los agentes sufran "frustración, aburrimiento, conflictos y tensiones tanto familiares como laborales, falta de ilusión, apatía o cualquier otro síntoma que actualmente no llega ni a imaginar".

Así de claro lo reconocía la propia Dirección General de la Guardia Civil en un documento entregado a los aspirantes a ingresar en la Benemérita. Pero desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil (Augc) señalan que a la hora de la verdad las cosas son aún más complicadas debido "a la actitud y presión de algunos mandos". En esta línea, el portavoz de Augc, Agustín Pereira, detalla que un agente no puede planificar su vida privada porque "es habitual que el martes a mediodía no sepa si trabajará el miércoles, y si lo hace no sabrá a qué hora".

Si, por ejemplo, un lunes ha trabajado en horario de mañana no puede abandonar la demarcación por la tarde. En la práctica esto supone que si está en un pequeño acuartelamiento de la provincia de Cáceres debe solicitar permiso a su superior para ir a comprar a un centro comercial de la capital.

Alta tensión

En los últimos la tensión existente se ha disparado por hechos puntuales. El desfile del Día del Pilar, celebrado este año en Cáceres, ha sido un ejemplo. Muchos agentes entendían que se trataba de "fastos militares" que no deberían aplicarse a la Guardia Civil, un cuerpo que opera mayoritariamente en el ámbito policial. Al final se les obligó a acudir y, según fuentes de Augc, se tuvieron que costear ellos mismos el desplazamiento hasta la capital cacereña.

La otra gran fricción ha surgido tras la huelga encubierta de bolis caídos que están llevando a cabo de forma indefinida los agentes extremeños desde hace ocho meses. La están secundado desde todos los sectores de la Benemérita, pero donde más se está dejando notar es en Tráfico.

Caída de ingresos

Los últimos datos indicaban que la Dirección General de Tráfico estaba dejando de ingresar más de 300.000 euros al mes sólo en Extremadura por el descenso de las multas, que supera el 40% y es especialmente intenso en la provincia de Cáceres (en torno a un 60% por el 20% de Badajoz).

Los agentes ya han denunciado presiones de los mandos, que supuestamente estarían intentando que el número de sanciones volviese a recuperar su volumen habitual.