La pérdida de fondos europeos y el abandono de inversiones son algunos de los perjuicios que puede sufrir la economía española por la ampliación. Un estudio editado por La Caixa calcula que estos efectos pueden restar dos puntos al PIB en el 2007 y un punto, en el 2013.

Pero la ampliación también abre oportunidades, como subrayaba el mismo estudio. Del aprovechamiento de éstas por empresas e instituciones españolas depende el poder dar la vuelta a la tortilla, para convertir en beneficios los lastres. Se abre un mercado de 75 millones de habitantes en economías en rápido crecimiento. El esfuerzo de modernización, la necesidad de infraestructuras, las privatizaciones o la elevación del nivel de renta de sus ciudadanos abren oportunidades de negocio y crecimiento.

PERCEPTORES España y todos los países que reciben fondos europeos verán cómo la mayor parte de este dinero se irá a los nuevos socios. Con los criterios actuales sobre fondos estructurales, las 10 regiones españolas beneficiarias de éstos pasarían a ser, como mucho, cuatro en el 2007: Andalucía, Extremadura y, a duras penas, Galicia y Castilla-La Mancha. Además se perdería el fondo de cohesión.

El problema se plantea a partir del 2007, pues las previsiones para el periodo 2000 al 2006 ya están fijadas. En estos años, España va a percibir 56.000 millones de euros (9,3 billones de pesetas). Para el 2004 se prevén 8.508,11 millones.

Las ayudas estructurales se destinan a regiones que no superen el 75% del PIB medio comunitario por habitante. Casi todos los países de la ampliación están por debajo (en media, el 47%). Su incorporación, además, hará que la renta media caiga, de modo que España podrá superar el 90% por puro efecto estadístico y quedará expulsada de los fondos de cohesión. Por el mismo efecto perderán los fondos estructurales Asturias, Castilla y León, Murcia y Ceuta y Melilla, pues su renta superará el 75% de la media. Según el estudio de La Caixa, el ajuste de los fondos puede suponer un recorte de 0,5 a 1 punto del PIB.

COMERCIO La incorporación de los países del Este a la UE abre nuevas oportunidades de comercio e inversión para las empresas españolas, pero también entraña riesgos de pérdida de clientela en los mercados europeos y de desviación de inversiones extranjeras hacia los nuevos estados miembros. España se beneficiará de la intensificación de intercambios comerciales, aunque éstos son muy reducidos.

Pero el mayor peligro estriba en que estos estados se consoliden como competidores de algunos sectores productivos españoles. Algunos de ellos han alcanzado niveles de especialización parecidos a los de España, lo que, unido a su mano de obra barata, ha incrementado mucho su competitividad en sectores como la fabricación de material eléctrico, las tecnologías de la información y comunicación y los componentes de automoción. Hay que tener en cuenta que el coste laboral por hora trabajada en la industria se sitúa en el conjunto de esos estados en cerca del 25% del que soportan las empresas en España.

LOS RIESGOS Los bajos salarios de los países orientales, la proximidad geográfica al núcleo central del mercado europeo y sus generosos sistemas de ayudas públicas hacen temer que se desvíen inversiones extranjeras hacia los nuevos socios. El fenómeno de la llamada deslocalización ya se ha plasmado en la fuga de Samsung, Philips y Seat, que han optado por trasladar producción desde España a países más atractivos.