No solo se trata de un problema medioambiental que amenaza con destruir parte de la riqueza del ecosistema extremeño. La presencia en la región de especies animales y vegetales procedentes de otros puntos del planeta y que entran en competencia directa con especies autóctonas, incluso convirtiéndose en depredadores de ellas, se ha convertido en un grave problema de índole económico. Solo en los últimos años, las Administraciones públicas se han gastado más de 44 millones de euros en Extremadura en luchar contra estos invasores . Y esta cantidad es únicamente la punta del iceberg, porque las pérdidas ocasionadas por estas especies en ámbitos como la agricultura, la pesca o la industria maderera comienzan a ser cuantiosas.

Los investigadores de la Universidad de Extremadura (Uex) José Luis Pérez Bote, Antonio José Romero Castaño y Mariano Javier Perianes Carrasco acaban de publicar el que puede considerarse el primer censo de especies invasoras de la comunidad autónoma. El trabajo recoge un listado con medio centenar de animales, hongos y vegetales presentes en el ecosistema extremeño, originarios de otras latitudes y que constituyen una amenaza para la preservación de la biodiversidad autóctona. "No están todos los que son, pero sí los principales", explica el profesor Pérez Bote, del departamento de Anatomía, Biología celular y Zoología. En ese inventario aparecen especies como el jacinto de agua --o camalote--, el eucalipto, los alientos, las chumberas, la hierba de las pampas, el cangrejo rojo, la almeja asiática, la carpa, la tenca, el black bass, el galápago de Florida, el muflón, el gamo, el visón americano, el nemátodo del pino o el hongo que provoca la seca de la encina.

La introducción de este tipo de especie es, junto a la destrucción del hábitat, "la mayor amenaza para la flora y fauna autóctonas". El principal motivo, según explica Pérez Bote, es que "destruyen o desplazan a las existentes". Es lo que ha ocurriendo por ejemplo con el cangrejo rojo americano, cuya introducción en los ríos de la península está detrás del declive de las poblaciones de cangrejo europeo. Y la situación se repite con otras especies, como la almeja asiática, el visón americano o la acacia francesa --mimosa--.

PERDIDAS Por tanto, la presencia de estas plantas y animales supone un serio peligro para la conservación del patrimonio natural en Extremadura, "pero también un importante impacto económico", subraya el investigador de la Uex. Solo en la campaña para la retirada del camalote, que en el 2005 llegó a ocupar 75 kilómetros del río Guadiana a su paso por la región, el Ministerio de Medio Ambiente y la Junta de Extremadura gastaron cerca de 18 millones de euros. A esto se suman otros 10 millones destinados en los últimos años a sustituir las poblaciones de eucalipto por especies autóctonas; cuatro millones más para la tala, repoblación e indemnizaciones por las 1.200 hectáreas afectadas en Sierra de Gata el año pasado por el nemátodo del pino; o el plan de 13 millones de euros anunciado la pasada primavera por la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural para luchar contra la enfermedad de la seca en la dehesa extremeña.

Pero estas cifras son una parte de la factura que para la sociedad supone la presencia de las especies invasoras. Porque al gasto en medidas para erradicar o controlar sus poblaciones, se suma el impacto que tienen sobre actividades económicas asociadas a los ecosistemas extremeños. Un caso claro son los problemas originados por la almeja asiática en los sistemas de bombeo de agua para regadíos, tal y como han advertido los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Guadiana en un estudio publicado este año sobre la presencia de este vivalvo alóctono en la cuenca del río. La acumulación de ejemplares en los filtros ha llegado a provocar importantes averías e incluso la ruptura de piezas de estos mecanismos.

Asimismo, habría que estimar el impacto económico real (por pérdida de jornales en labores de limpieza de monte y aprovechamiento maderero) que el nemátodo del pino ha originado en la Sierra de Gata o que "la expansión del hongo --Phytophthora cinnamomi , originario de Australia-- que provoca la enfermedad de la seca de la encina supondrá la tala de miles de árboles" en la dehesa. Según los últimos datos de la Junta, en Extremadura hay unos 500 focos localizados, que representan menos del 1% de la superficie adehesada de la región --casi 1,4 millones de hectáreas--. Pero en la provincia de Huelva el problema ha cobrado tal dimensión que los ganaderos ya aseguran que está condicionando la producción en montanera del cerdo ibérico: para que un cerdo sea considerado de bellota debe ingerir el fruto de al menos cuatro encinas, pero la incidencia de la seca amenaza con hacerlo inviable en algunas explotaciones. "Aquí, en un futuro próximo, supondrá la tala de miles de árboles centenarios", con las implicaciones que ello puede tener también para el sector del turismo de naturaleza, advierte el profesor Pérez Bote. "Y a ello habría que añadir el gasto que conlleva la eliminación de alientos, chumberas o cañas de las carreteras por parte de las diputaciones o los ayuntamientos", agrega.

SOLUCIONES Ante esta situación, los investigadores de la Uex consideran "prioritario" que la Junta de Extremadura elabore un catálogo regional de especies invasoras, "como ya han hecho comunidades como Andalucía y como pretende hacer el Ministerio de Medio Ambiente". De esta forma se podría conocer con mayor precisión cuál es la dimensión real del problema, se identificarían las especies más peligrosas y sus poblaciones y se podrían establecer posibles planes de eliminación o control.

También creen necesatiro desarrollar una labor de concienciación, dirigida tanto a las autoridades como a la sociedad en general, para informar a la población del daño que originan estos animales y plantas y evitar la introducción de más especies alóctonas. Según Pérez Bote muchas de ellas han llegado al ecosistema extremeño por la imprudencia de los ciudadanos, que las adquirieron para fines ornamentales --como las acacias, los peces-- o como mascotas exóticas --como los galápagos de florida--. Otras han sido introducidas por interés cinegético, piscícola o forestal, y hay casos de introducción involuntaria, ya que algunas especies han proliferado adheridas a vehículos, embarcaciones o embalajes.