Harlem, el barrio negro neoyorquino por excelencia, rebosaba ayer entusiasmo. Masas eufóricas de gente llenaron teatros e iglesias y se agolparon en las aceras para ver la retransmisión de los actos de Washington y cómo por primera vez en la historia un negro se convertía en presidente de EEUU. "Hemos luchado, lo hemos conseguido", repetía Erika Green, una guardia de seguridad que seguía la ceremonia en una pantalla. "No me lo perdería por nada del mundo", añadió mientras, a su lado, las lágrimas rodaban por el rostro de Sabrina.