Su hijo solo tiene 23 años y por primera vez formará parte de una misión de paz a miles de kilómetros. "Yo lo llevo bien, mi mujer lo lleva peor", dice Francisco Cabezas. Junto a su esposa, sus cuñados y su sobrina, acudieron ayer a la base de Bótoa para participar en el acto de despedida a su hijo y al resto de compañeros. La inestabilidad del país es lo que más temen estos padres. "Siempre se tiene un poquito de miedo, pero pienso que los que han ido a otros sitios peores no les ha pasado nada, por eso creo que debemos tener temor a que le pase nada", comenta delante de su familia.

"Mi hijo va tranquilo y bien, mi sobrino ya ha ido a otras misiones y ha venido muy contento. Esta vez también va con él", dice. Francisco lamenta que los soldados tengan que partir en "unas fechas tan señaladas". "Se podían haber esperado a después de Reyes", dice sonriendo.