La formación profesional, tanto reglada como no reglada --la denominada formación para el empleo-- debe en teoría ser el instrumento más eficaz para facilitar el acceso al mercado laboral otorgando cualificación a los trabajadores. Sin embargo, un estudio realizado por la Fundación para la Investigación y el Desarrollo de Extremadura (FINDEX), vinculada a UGT, revela que esto está lejos de la realidad.

Tal y como explica María José Bermejo, presidenta de FINDEX y secretaria de Formación y Empleo de UGT-Extremadura, los problemas son muchos, algunos comunes a toda España, incluso a Europa, y otros específicos de Extremadura. Los comunes podrían ser, por un lado, la falta de instrumentos para contrastar si lo que se está haciendo es lo que demanda el mercado, o la excesiva rigidez de algunas estrategias formativas.

Los netamente extremeños vendrían vinculados a la propia estructura del tejido productivo extremeño, muy marcada por pymes y micropymes, que en muchas ocasiones no tienen claro por dónde van a ir en su desarrollo futuro y por tanto, por dónde irán sus necesidades de cualificación de los trabajadores.

Esta situación resta eficacia a las acciones formativas y, como explica Bermejo, "muchas veces estamos funcionando a ciegas, con toda la buena intención del mundo, pero a ciegas". Según indica, "los planes formativos debían coordinarse y marcar una estrategia vinculada a los sectores donde hay demanda de trabajadores, pero ahora no se está haciendo". En cambio, se hace mucha formación "del mismo tipo de la que se ha hecho siempre" y tampoco ayuda la excesiva burocracia que existía hasta ahora y que impedía adaptarse ágilmente a los cambios en las necesidades de las empresas.

"Todos somos culpables, los trabajadores porque no saben, por falta de formación, en qué formarse y hacen los cursos según les resulten más o menos atractivos, pero que igual no les sirven para nada, y nosotros, porque a veces no orientamos bien", explica.

Por ello desde FINDEX se reclama un cambio de rumbo, que pasa, en primer lugar, por desarrollar un Observatorio que defina por dónde van las necesidades de las empresas, y en segundo lugar por replantear las herramientas de diseño de los planes de formación, con comisiones sectoriales "donde se definan los puestos de trabajo al detalle y los contenidos formativos".

Y sobre todo, por una mayor coordinación, según apunta Bermejo, de manera que no ocurra como hasta ahora que cada departamento o entidad que realiza formación profesional va por su cuenta, sin mapa de recursos ni estrategias comunes de acción.