Una semana después de haber tenido que inyectar precipitadamente 6.400 millones de euros al capital de Dexia, los gobiernos de Francia, Bélgica y Luxemburgo se vieron ayer de nuevo forzados a intervenir de urgencia para salvar al grupo bancario y asegurador. Dexia ha perdido la mitad de su valor bursátil en apenas dos semanas y más del 70% desde principios de año.

Tras la nacionalización parcial de la semana pasada, los gobiernos de Bélgica, Francia y Luxemburgo garantizan desde ayer los nuevos préstamos financieros interbancarios e institucionales de Dexia. La garantía se establece, como mínimo, hasta el 31 de octubre del 2009 y cubre los préstamos, bonos y obligaciones con una duración de hasta tres años.

Bélgica asumirá el 60,5% de la garantía; Francia, el 36,5% y Luxemburgo el 3%, según el acuerdo de los tres gobiernos después de una interminable noche de negociaciones. Esta garantía pública era indispensable para permitir a Dexia hacer frente a sus compromisos con sus clientes y continuar prestando dinero a empresas y a particulares.

"Esta garantía da la seguridad a los depositantes de que Dexia dispondrá de una liquidez suficiente para hacer frente a sus compromisos con sus clientes", destacó el primer ministro belga, Yves Leterme, al anunciar el acuerdo alcanzado.

MODELO A SEGUIR Leterme señaló que el Gobierno belga está dispuesto a extender este tipo de garantía estatal a las otras entidades financieras clave del país. La ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, indicó que la situación de las entidades francesas hacía innecesaria ese tipo de oferta. La garantía financiera estatal permitirá al frágil grupo Dexia seguir funcionando, pero no resuelve sus graves problemas generados por las erróneas inversiones financieras realizadas en Estados Unidos, ni se descarta llevar a cabo una severa reestructuración.

Uno de los principales problemas de Dexia es su filial norteamericana Financial Security Assurance, vinculada a las hipotecas basura. El nuevo presidente de Dexia, el veterano político democristiano Jean-Luc Dehaene, advirtió de que "no se puede improvisar una solución de un día para otro" e insistió en que el saneamiento requerirá tiempo.