Dos y media de la tarde. Los pasillos vacíos y diáfanos en la Residencia de Mayores ´San Miguel´ de Santa Amalia delatan que es la hora de la siesta. En una amplia habitación, a media luz, varios residentes descansan. Otros más inquietos, como Jerónimo Yanguas García, conocido por todos como Jeromo , prefieren el sol de media tarde para dar un paseo.

Con un chaquetón en el que luce orgulloso el escudo del glorioso Mérida que Pepe Fouto encumbró a Primera División, Jeromo nos llama la atención y nos rememora los 46 años que ejerció de masajista en equipos de fútbol de casi toda la geografía regional. Estuvo mimando a jugadores del Badajoz, Díter Zafra, Plasencia y, como no, de su Mérida en Primera División. Ahora, pasa sus días en la residencia de Santa Amalia, donde le derivaron por no haber plaza en Mérida, aunque, como asegura "aquí me encuentro como en casa".

Tras sacar de su cartera una foto en la que posa con el expresidente madridista Santiago Bernabéu, nos reta a acertar su edad. "Nadie se cree que tengo 83 años de lo ágil que estoy".

40 plazas, 40 historias

La de Jeromo es sólo una de las 40 historias que se agolpan en esta residencia de titularidad municipal, que se puso en funcionamiento en junio del 2003. La mitad de las plazas están concertadas con la Junta de Extremadura, que también aporta anualmente una cantidad para su mantenimiento, unos 400.000 euros. Ocho de cada diez residentes necesitan de un servicio asistido.

A las tres menos cuarto de la tarde, el módulo de administración es un hervidero. Toca cambio de turno, y los trabajadores salientes explican las incidencias a los que llegan. La plantilla de la residencia la forman 29 empleados, que desarrollan su labor en tres turnos, de mañana, tarde y noche.

"Aquí nos conocemos todos. Al ser una residencia municipal, y al haber mayores del pueblo que han visto incluso jugar a muchas de las trabajadoras cuando eran pequeñas, el ambiente se hace más acogedor y caluroso. Somos una gran familia", señala la directora, Mari Carmen Vallejo. Precisamente, el cambio de turno desprende los síntomas de esta cercanía, pues muchos residentes reciben con besos y abrazos a las auxiliares que inician su jornada.

El proyecto se ha convertido así en un servicio mutuo para el vecindario de la localidad. La residencia es hoy un yacimiento de empleo más en este municipio de 4.500 habitantes y un servicio de atención para las personas mayores más necesitadas. "Con este geriátrico se está haciendo un servicio al pueblo,crea puestos de trabajo; pero a la vez permite a los mayores que se puedan quedar en el lugar donde siempre han vivido, evitando así que se pierdan sus costumbres", afirma.

Una residencia abierta permanentemente a los familiares y al que se han ido uniendo voluntarios que, de forma desinteresada, colaboran en las tareas diarias. Sembrar para recoger. Historias cotidianas de una familia fuera de casa.