La geografía extremeña, respetada en gran parte --al menos de momento-- por la mano del ser humano, mantiene intactos más de un centenar de puntos donde se puede captar agua mineromedicional, unas zonas que incluyen, entre otras cosas, 7 balnearios abandonados, 46 fuentes naturales con propiedades especiales y hasta 10 lugares de baño.

Los estudios no dejan lugar a dudas. El agua es un elemento curativo más, y dependiendo de sus características minerales y térmicas --su temperatura es muy importante-- se puede utilizar preferentemente para unas u otras enfermedades, aunque prácticamente todas las variedades se aconsejan para artritis y reuma.

Agua radioactiva

El Balneario de Alange, por ejemplo, tiene un agua muy especial, con radioactividad natural, dióxido de carbono y gas radón, todo ello a 28 grados. Está especialmente indicada para, entre otras cosas, afecciones del sistema nervioso, reumatismo, hipertensión o ginecopatías.

En el caso del Balneario de Baños de Montemayor, se trata de aguas hipertermales --nada menos que 43 grados-- que se utilizan preferentemente para afecciones del aparato respiratorio, a lo que se suma que son tonificantes y embellecedoras para la piel.

El Balneario de El Raposo, en Puebla de Sancho Pérez, utiliza un agua de alta salinidad de 17 grados. Este balneario está especializado en el tratamiento de procesos reumáticos crónicos, el envejecimiento condroarticular y otros procesos geriátricos. En el Balneario de San Gregorio, el agua, de entre 15 y 16 grados, se usa para dermopatías y problemas del aparato locomotor. También se puede beber para afecciones hepáticas o de vesícula.

El líquido que se utiliza en El Trampal también puede beberse. Se aconseja su uso para estados ferropénicos, anemias, diuresis e incluso sobrecargas físicas y psíquicas. El último de los balnearios operativos, el de Valdefernando, aparece a 22 grados y tiene una efectividad especial en la lucha contra la hipertensión, la psoriasis, la neurosis, el estrés, el agotamiento nervioso y las depresiones.