El listado internacional RID, al que está acogido España, incluye en torno a 3.000 sustancias que están clasificadas como mercancías peligrosas , ya sea por contener elementos radiactivos o por ser material explosivo, de fácil combustión, corrosivo, tóxico, venenoso, contaminante o inflamable.

Así, esta relación contempla desde los abonos con nitrato hasta las cargas para misiles, pasando por los aceites minerales, ácidos, material pirotécnico, bengalas, bebidas alcohólicas con más del 24% de alcohol, cargas para extintores, cartuchos, mecheros, explosivos, cerillas, insecticidas, gasolinas, laca, pinturas, material radiactivo, oxígeno, plaguicidas, pretensores de cinturones de seguridad, tintas o torpedos.

Además, la normativa marca una serie de incompatibilidades en el transporte, de manera que un mismo tren no puede llevar dos sustancias cuyo contacto en caso de accidente incremente los daños. Del mismo modo, la autorización para que un determinado convoy con material peligroso se estacione o descargue en un apeadero supone, de hecho, la prohibición de que otro tren también con carga clasificada acceda a la estación hasta que el otro se marche.